Opinión

México ofendió a poderes peruanos que destituyeron a Pedro Castillo

Por lo menos y en respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, el gobierno mexicano debió esperar un tiempo razonable

Por supuesto que no. La tradición mexicana en materia de relaciones exteriores en la que procuraba el respeto a los problemas y situaciones internas de cada país se ha vulnerado gravemente.

Y no se trata de confundirnos con el hecho de que México se ha caracterizado por ser una nación hermana para todos aquellos pueblos que viven en carne propia los estragos de la guerra, la persecución que atenta contra sus vidas y las malas condiciones de un país, ya que en todos esos casos se trataban de crisis humanitarias de las que no había duda.

Ésta actitud del Gobierno de México preocupa porque es una afrenta al pueblo peruano, así como al Poder Judicial de esa nación, ya que no sólo se trata de investigaciones en curso, sino que el Congreso de ese país, casi por unanimidad, decidió destituir al hoy ex presidente Castillo, precisamente, para que las indagatorias se hicieran de la mejor manera y por los indicios en la responsabilidad en la comisión de conductas ilegales.

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Además, siendo lo más importante, las y los peruanos han salido a las calles exigiendo que se sancione al ex presidente, por lo que asumir que las acusaciones son falsas o que se trata de un aspecto político es sumamente delicado si tomamos en cuenta que, incluso, otros países latinoamericanos como Brasil o Argentina que tienen una cercanía mayor pero que, adicionalmente, son afines ideológicamente al funcionario destituido e, incluso, a la administración actual de nuestro país, han reconocido las acciones del Poder Judicial peruano y de su Congreso en esta decisión de gran calado.

Por lo menos y en respeto a la libre autodeterminación de los pueblos, el gobierno mexicano debió esperar un tiempo razonable para que, con pruebas y demás elementos que permitan dilucidar un juicio justo o no, entonces sí alzar la voz y cobijar a quien esté siendo objeto de una persecución política dado que ello es inadmisible tanto en Perú como en México, ya que de no esperar esas investigaciones y prejuzgar la inocencia de una persona es tan grave como culparlo de crímenes que no se le han demostrado.

Esperemos que haya una reflexión de fondo porque el levantar la mano para dar asilo a una persona debe pasar por un análisis profundo y de una comunicación permanente entre países que históricamente han mostrado hermandad y empatía, de lo contrario estaremos generando roces en una relación que había sido hasta hoy sana y productiva.

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