Esta historia se debe contar en dos partes. La primera ocurrió hace 30 años. Vicente Fernández, el gran Chente, se propuso hacer un concierto en la Plaza de Toros México, la más grande del mundo. Casi 60 mil almas en “La Monumental”, contando los lugares que habían puesto en el ruedo. En aquellos días Vicente gozaba de gran popularidad, aunque le faltaba camino por recorrer para consagrarse como un referente de la música mexicana en el mundo.
La expectativa era alta. Vicente tuvo entrevistas en varios medios de aquellos años y dijo que si no lograba un lleno total en “la México”, se retiraría de los escenarios. Escogió una fecha bastante difícil: el 15 de septiembre de 1984 y el concierto se llamaría “Un mexicano en la México”. Pero todo pintaba para ser un desastre: ese día cayó un aguacero que duró varias horas y Vicente veía nervioso que la gente no llegaba a la Plaza de Toros; apenas se veían algunos seguidores del Charro de Huentitán ocupando sus lugares.
La segunda parte de esta historia me la contó Alejandro Fernández hace unos días. Me dijo que sacaron varios videos como recuerdo de aquel día, tras bambalinas, que él ha visto. “Mi papá estaba muy nervioso, cuarenta minutos antes de que empezara el concierto la Plaza no iba llena ni a la mitad. ‘Es el fin de mi carrera’ dijo resignado. De pronto el milagro: el público llegó en esos pocos minutos y la Plaza de Toros se abarrotó”. Ese concierto fue un parte aguas en la carrera de Vicente Fernández. Salió en hombros del lugar y comenzó a forjarse su leyenda.
Alejandro se ha propuesto seguir los pasos de su padre y este año tendrá una fecha en el emblemático lugar, con toda la responsabilidad que eso representa. No va a ser sencillo: el apellido Fernández pesa, aunque él confía en su público y en el trabajo que ha puesto en su carrera. Después de que se cancelaron varios conciertos debido a la reciente pandemia, regresó a los escenarios con llenos totales y se puso como meta llenar esa plaza que significó tanto para su familia.
Dentro de su gira 2023, una de sus últimas fechas fue en León, que tuvo repercusión en redes sociales. “Ese día fue muy difícil y emotivo para mí”, me dijo “fue la primera vez que mi hijo Alex y yo compartimos escenario. Le di varios consejos para ganarse a la gente y yo lo veía emocionado, escondido, viendo cómo seguía lo que le dije al pie de la letra. Y fue inevitable pensar en las veces que compartí escenario con mi padre. Los recuerdos se agolparon en mi cerebro y fue irremediable llorar. León siempre ha sido una gran plaza para mí, una especie de cábala de buena suerte y me disculpo si se malentendió”.
Y luego agregó una frase que me cimbró: “Se me aflojó el alma”. Un artista con una gran sensibilidad, sin duda alguna.
Yo he sido testigo de la carrera de Alex Fernández. Sé que carga en sus hombros el peso de una dinastía y que ha trabajado todos los días para ganarse su lugar en el cariño del público. Pocos artistas conozco que hayan dejado tanto en el escenario como él. Como él mismo lo dice: esta carrera requiere preparación ardua, constante y hay que prepararse física y mentalmente para durar, dar pasos a la segura. Y cada día hay que levantarse, poner los pies en el piso “¡y que se asuste el diablo!”, concluyó entre risas.