Los continuos ataques que reciben los Poderes Legislativo y Judicial, por parte del Ejecutivo, ponen sobre la mesa las pretensiones del Presidente López Obrador, ya que deja al descubierto que busca subordinación en lugar de capacidad en el servicio público.
López Obrador día tras día desprecia a los contrapesos. Los ejemplos son claros, manda a su Secretario de Gobernación con instrucciones para que sus legisladores sólo aprueben lo que él estima conveniente.
Es claro que los legisladores del partido en el poder, siguen las instrucciones y acuerdos de su líder. Y con su mayoría, echan por tierra cualquier propuesta que no atienda los caprichos del primer mandatario mexicano.
Según dicta nuestra Carta magna, el 30 de abril debe concluir el periodo ordinario de sesiones, sin embargo, existe un acuerdo para cerrar dicho periodo el 26 de abril, es decir, la mayoría de Morena pretende irse sin realizar nombramientos como el INAI y sin atender modificaciones legales que protegen a las mujeres contra los agresores en el poder público.
En la oposición lo hemos dicho claro, las sesiones deben continuar hasta que se atiendan los pendientes del Senado de la República.
El Poder Judicial también ha sido objeto de ataques constantes por parte del presidente López Obrador, incluso, ha pedido a sus servidores públicos que no atiendan los llamados de los ministros de la Suprema Corte. Una vez más, deja al descubierto su rostro más intransigente.
López Obrador pretende ser la única voz que toma las decisiones del Estado mexicano, por eso aplasta constantemente a la Constitución y por ende, a los demás Poderes de la Unión.
Hoy, es evidente que ni el Presidente ni Morena respetan la división de poderes. El Ejecutivo Federal debe asumir que con sus dichos y ataques a las instituciones, solo está dividiendo a los mexicanos.