Quiero empezar recomendándoles un documental buenísimo, que pueden encontrar en streaming… y en un momento les contaré porqué lo hago: se llama “American Epic”. Es un viaje de Robert Redford (¡sí, el actor!), T Bone Burnett y Jack White (¡sí, el músico!) a las raíces de la música norteamericana, lo que le llaman “la América Profunda”. Llegar a los lugares en donde hace más de un siglo nacían los ritmos.
Encontrar las raíces de la música es una cuestión fascinante. Las influencias, de dónde vienen los instrumentos, los protagonistas, las historias. La música popular tiene un origen común: las calles, lo que se oye día a día en las banquetas, en los barrios. En México, varias instituciones han hecho el estudio de estos orígenes. Nuestro país se vive en sus colores y en sus sonidos: al final son los habitantes los que le dan vida a la música.
Y es en las calles donde una cantante que admiro mucho encontró la libertad: Flor Amargo. Flor nació en Oaxaca, pero vivió mucho tiempo en el Centro Histórico de la Ciudad de México, cerca de La Merced, según me contó hace unos días que platiqué con ella: “Amo el centro de la ciudad y me nutre de ritmos… y de libertad”. En las calles encontró sinceridad, tocó como cualquier otro músico, le dieron dinero, se paraba en las esquinas y poco a poco fue encontrando su voz. “No vengo de una familia con contactos, no tengo a nadie en el mundo de la música. Toqué miles de puertas, me vestía de una manera, me decían que no, trataba de cambiar mi manera de ser y me volvían a decir que no. Y curiosamente descubrí que cuando yo era más sincera, mejor me iba. Así que decidí confiar, tener fé en la música y en el alma. El alma es aquello que nos hace vibrar, lo que te queda cuando no tienes un peso en la bolsa”
La primera vez que entrevisté a Flor Amargo, fue un suceso: recibimos muchísimos comentarios de gente que la admiraba y querían saber más de ella. Flor comenzó a hacer lives en Facebook cuando nadie los estaba haciendo, conectando con la gente y mostrándose tal cual era. “Fue un poco como experimentación” me cuenta divertida “Pero un día iba caminando y la gente me empezó a parar y a decirme ‘oye, tú eres Flor’ y a pedirme fotos. Recuerdo que en ese momento pensé ‘hey, creo que soy famosa’ Fue mi manera de conectar con ellos”.
Pero más allá de la fama, Flor Amargo es una artista auténtica. Y en esta industria, siempre se busca voces como la suya. Se le han acercado grandes compañías ofreciéndole jugosos contratos, pero ella las ha rechazado por valorar su libertad. Su sueño, me dice, es abrir una agencia para ayudar a todas las mujeres que como ella se han enfrentado al rechazo. “La música para mí es un medio para transformar. Sin la música, estaría muerta. La música me liberó, me motivó a encontrarme. Es la salvación de mi alma, de mí misma. Me quita la tristeza y me ha ayudado en los momentos de depresión. Yo a todos les aconsejo que hagan algo artístico”.
“Me guío mucho con la intuición saber cómo conectar con la gente, tener esa fe en la creación y en lo que hago. Estar en contacto conmigo misma, nutrirme” me contó. Y eso, créanme, es una cosa que se valora mucho. Es el sentir, sin duda alguna, el ritmo de las calles.