El discurso de odio está subiendo de nivel en el país, está provocando una confrontación con otras dimensiones entre la ciudadanía, lo más peligroso es que perturba nuestra estabilidad social.
Hoy en México todas y todos debemos apostar por la paz, ser constructores de ella, y bajo ninguna circunstancia, caer en provocaciones que lo único que buscan es dividirnos.
Los contrapesos tienen de mal humor al inquilino de Palacio Nacional, odia que las cosas no salgan como él las necesita, por eso los ataques constantes a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, y a sus ministros y ministras, bueno, a los que han decidido defender la Constitución.
Decir que las y los ministros que votan en contra de sus intereses cometen un “golpe de Estado técnico”, es muy peligroso, pero al mismo tiempo, es un discurso común en los provocadores y autoritarios.
Enviar a sus seguidores a continuar amedrentando y descalificando a quienes integran la Corte, pinta de cuerpo entero el autorismo con el que gobierna.
La acumulación de enojo, odio y resentimiento, expresado en las mañaneras, tiene toda la intención de intensificar el encono social, ello sin importar las consecuencias que nos pueda traer.
Hoy, como nunca, debemos apostarle a nuestra cordialidad, solidaridad y hermandad, solo así podemos evitar que el odio nos perturbe y divida.
México merece paz, armonía, tranquilidad, hermandad y empatía; bastante tenemos con la crisis de inseguridad que nos aqueja a todos como para además, atacarnos entre nosotros.
Mi solidaridad con las y los ministros que hacen valer la Constitución, y por supuesto, con la ministra presidenta Norma Piña. Decirle que no están solos, que la unidad hace la fuerza, y que cuando prevalece el bien, aunque el odio pretenda imponerse, siempre termina ganando la paz.
Lo dijo bien ministra presidenta, “en el camino, en la evolución y adaptación de nuestra institución a las exigencias ciudadanas, no debemos confundir legitimación con popularidad. Eso nunca ha estado, ni debe estar, en nuestra misión axiológica, en nuestros valores institucionales”.
En México hoy debemos confiar más en las instituciones que en aquellos que se jactan de ser populares, no es con odio como se gobierna, es con certezas, determinación, acertividad y estrategia.
El mejor antídoto del odio es la paz. Hoy y todos los días consecutivos, los invito a ser constructores de paz, a ser instrumentos de paz, seamos todas y todos sembredores de paz.