La vialidad en la Zona Metropolitana del Valle de México se ha vuelto uno de los problemas infranqueables para las autoridades locales, que se ven rebasadas por la realidad de las condiciones en las que millones de ciudadanos se desplazan hacia sus actividades cotidianas día con día.
El embotellamiento permanente es la pesadilla de la mayoría de los habitantes que con desesperación buscan medios alternos para desplazarse, lo cual es infructuoso. Y a todo este caos hay que sumar el peligroso desorden provocado por las motocicletas. Veamos más de este galimatías urbano, amables lectores.
Primero las estadísticas: la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México indica que entre 2017 y 2022 el parque vehicular de motocicletas se triplicó en la Ciudad de México, de 160 mil unidades registradas, pasó a 528 mil, un incremento inusual, debido al crecimiento en esos mismos años de compañías de entregas a domicilio, como Rappi, Didi y Uber.
Y tal vez, el problema no sea solamente el gigantismo del desplazamiento en motocicletas circulando a diario en las vialidades primarias y secundarias de la capital del país, sino de la forma irresponsable e irracional en que lo hacen sus conductores, poniendo en peligro la vida de peatones, ciclistas y adultos mayores que se crucen por su alocado camino, e incluso la de los motociclistas mismos.
El año pasado, la Subsecretaría de Control de Tránsito del gobierno capitalino señaló que 4 de cada 10 muertes en accidentes de tránsito fueron motociclistas.
Otro peligro que representa el uso de motocicletas, aparte del tránsito, se relaciona con el número de asaltos, robos y homicidios que a diario se cometen en la Zona Metropolitana a bordo de ellas. Estos delitos crecen exponencialmente.
Según estadísticas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, entre diciembre de 2018 y marzo de 2019, ocurrían 3.5 asaltos en motocicleta al día en la Ciudad de México, es decir uno cada 7 horas.
Desde luego, como todos sabemos amables lectores, han existido intentos de las autoridades para disminuir los accidentes provocados por motocicletas, incluidos los homicidios. Uno de esos intentos han sido innumerables operativos contra la circulación ilegal de este tipo de vehículos.
Tan sólo entre el 25 de abril y el 24 de mayo de este año, las Secretarías de Movilidad y la de Seguridad Ciudadana realizaron 39, cuyos resultados fueron remitir a 494 unidades a depósitos vehiculares porque sus conductores no contaban con licencia para conducir, así como emitir 2 mil 781 infracciones por faltas al Reglamento de Tránsito. Sin embargo, posteriormente todo sigue igual.
Pero no se trata aquí de generar estigmas sobre los motociclistas, pues como en todo, los hay que sí acatan las reglas de tránsito y son respetuosos con los peatones, aunque por desgracia es una minoría.
Lo central es encontrar la manera en que se tenga un control más certero y confiable sobre el uso de las motocicletas de manera que no se continúe afectando la vialidad en las grandes ciudades.
Una de las maneras de lograr esto es la urgente actualización de la Ley de Movilidad de la Ciudad de México, la cual tiene cerca de diez años de que fue promulgada de manera exitosa, pues logró disminuir hasta en un 60 por ciento las muertes viales.
Pero después le agregaron una serie de medidas francamente contradictorias, como aumentar velocidades máximas en zonas donde ya se había reducido y disminuir sanciones para quienes violentan el reglamento.
Entonces de lo que hablamos es de atemperar esa ley a las necesidades de vialidad actuales colocando siempre por delante la seguridad y la vida de los transeúntes. Asimismo, las empresas de reparto deben hacerse responsables de sus conductores en motocicleta.
También hacer un exhorto puntual a estos para respetar al peatón como si fuera alguien de su familia. De lo contrario se continuará por un camino directo al caos en la Zona Metropolitana.
Hasta la próxima.