El paso del huracán Otis por el puerto de Acapulco, fue devastador, al escribir esta columna, el balance estimado es 43 muertos, 36 desaparecidos, al menos 450 hoteles y 200,000 casas dañadas gravemente.
Este terrible desastre natural, probablemente el más fuerte de los últimos 15 años, ha destrozado lo que antes solía hacer la “joya de la corona” del turismo continental, las épocas de oro de Acapulco terminaron mucho antes de la llegada de Otis, la llegada de Salgado Macedonio a la Alcaldía del puerto en 2005, marcó el declive irreversible en materia de inseguridad, Acapulco se volvió tierra de nadie, el narco se adueñó de las actividades económicas, vía el derecho de piso, y la imposición de proveedores, esta espiral de violencia no terminó, hace unos días, asesinaron a 13 policías, incluido su jefe, en Coyuca de Benitez, Guerrero es tierra caliente y esto ha generado que en las últimas décadas sea muy poca la inversión que llega al estado, basta analizar el crecimiento de la Riviera Maya o la Nayarita para entender que sí hay dinero, pero no confianza para invertirlo en Guerrero.
Otis también pintó de una pieza al gobierno federal, desde el lunes a las 3:43 pm el Centro Nacional de Huracanes en Miami, alertó de manera temprana, acerca del peligro que representaba Otis, las alertas se siguieron emitiendo de manera constante hasta el martes a las 9:30 pm. El gobierno de López Obrador, apenas publicó un tuit sugiriendo a la gente que buscara un albergue a las 8:00 pm del martes. Básicamente, se desperdiciaron más de 26 horas para prevenir la llegada del meteoro, esas horas seguramente le costaron la vida a muchas personas.
Un día después de que pegó Otis, tuvimos que ver la pantomima del Jeep militar en el lodo, el presidente optó por regresar a la CDMX y hacer proselitismo en el Estado de México. Dice el presidente que “no nos fue tan mal”. Habrá que preguntarle si no les fue tan mal a la gente que perdió todo lo tenía, junto con su fuente de empleo, a quien hoy no tiene agua para beber, a quien perdió decenas de millones en inversión, y por supuesto a quien perdió a un ser querido.
La sociedad civil se ha volcado a ayudar, sin embargo, como desgraciadamente ya se hizo costumbre en este sexenio, todo se politiza y polariza, desde los falsos retenes para confiscar ayuda, hasta los sí reales deseos iniciales de que fuera el ejército la única institución que llevará ayuda, ya vieron que no hay manera de parar a la sociedad que quiere ayudar, y que tampoco pueden ellos solos.
Desgraciadamente, lo peor para Acapulco está por llegar, miles de personas dejarán el puerto, el narco seguirá acechando y ganando territorio, la industria hotelera y restaurantera está herida de muerte, se calcula que se necesitan 300,000 millones de pesos para reconstruir Acapulco. ¿De dónde saldrá el dinero? Este gobierno optó por endeudarse para terminar el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas. Sabemos que su prioridad son las elecciones del 2024, sin saber de donde saldrá el dinero, de corazón espero que Acapulco pueda recuperar su belleza y tranquilidad, podría convertirse en una nueva oportunidad para poner orden en el bellísimo puerto. Aunque de la mano de López Obrador, solo se puede esperar que haya muchas palabras y pocos hechos.
Que Dios bendiga a Acapulco y a su gente. Es tiempo de ayudar.