En estos últimos días todas y todos hemos sido testigos de que el odio mata. Las últimas noticias tanto de interés nacional como internacional nos dan un recuento de ello.
La Real Academia Española define al odio como “antipatía y aversión hacia algo o hacia alguien cuyo mal se desea”.
Odio donde la identidad, orientación sexual o expresión de género, es una condena de muerte. El homicidio contra le magistrade Jesús Ociel Baena, es la cara de la discriminación y la homofobia que vivimos en el país.
Pero no solo eso, el odio también está matando mujeres por el simple hecho de ser mujeres. En nuestros país de siete a once mujeres al día son asesinadas. Feminicidios que en muchos de los casos, el asesino está en libertad.
Odio que lleva a quemar con ácido los rostros de mujeres, que provoca el abuso sexual infantil, que maltrata a niñas, niños y adolescentes en cientos de hogares donde la violencia intrafamiliar es un día sí, y el otro también.
La guerra en Ucrania y en Franja de Gaza, donde miles de niñas, niños y adolescentes son víctimas del odio. La politización en nuestro país por el discurso de odio que desde el púlpito mañanero nos recetan diariamente.
El odio que ha llevado a que los animales sean víctimas de maltrato. México ocupa el primer lugar en maltrato animal en Latinoamericana, a nivel mundial es la tercera nación donde más actos crueles e inhumanos se cometen contra estos seres vivos.
Ese odio que mata a quienes piensan distinto o que profesan una religión diferente a la de las mayorias. Odio que lleva a pueblos enteros a migrar para resguardar y salvar su vida.
El odio del crimen organizado que tiene acorralados a productores y distribuidos de alimentos en nuestro país, que atemoriza pueblos enteros, que define el destino de comercios.
Odio que lleva a los jóvenes y adolescentes a arrebatarles la vida a sus pares, ya sea por bullying, por una pelea sin fundamentos, por una lucha de egolatría.
Alguna vez leí una frase que decía: “ojalá el amor se ponga de moda”, y que razón tiene. En estos tiempos en donde el odio se ha llevado y se lleva las portadas y las primeras planas de los medios de comunicación, es indispensable sembrar el amor.
Al mundo, en especial a México, le urge que todas y todos seamos sembradores de amor, de esperanza y de paz, solo así podremos contrarrestar el odio.
Nadie en el mundo quiere guerras, asesinatos, persecuciones, genocidios, feminicidios, homofobia, discriminación, nadie, y para ello es imperativo e indispensable ser portadoras de la paz y del amor. Porque aunque suene trillado, solo el amor transformará el odio.