En las grandes urbes, como Monterrey, Guadalajara, Puebla, Querétaro y en asentamientos poblacionales importantes, como la Zona Metropolitana del Valle de México, hay una peculiaridad muy singular: existen extremos que afectan gravemente a la ciudadanía: mientras falta el agua, sobra en exceso la basura y los desechos.
Ninguna de las dos condiciones abona al beneficio colectivo y para ambas las autoridades deben canalizar esfuerzos para resolverlas. En esta ocasión, amables lectores, nos concentraremos en el tema de la basura.
Los habitantes de la Ciudad de México generan diariamente 12 mil 400 toneladas de basura, de las cuales el gobierno local, junto con el gremio de los pepenadores (que merecen un homenaje, pues sin ellos sería imposible salvaguardar a esta urbe de desperdicios), ha logrado aprovechar 6 mil toneladas de residuos para reciclaje.
Cuesta reconocerlo, amables lectores, pero las estadísticas sobre generación de desperdicios y basura en la Zona Metropolitana del Valle de México nos hacen ver que somos un pueblo sucio. Para respaldar este argumento, veamos solamente un registro, el del Sistema de Transporte Colectivo, Metro.
Usuarios de las 12 líneas de este sistema de transporte capitalino arrojaron durante 2023 un promedio de 2 mil 600 toneladas de basura, siendo la línea 2 la de mayor concentración de desechos, con 360 toneladas en vagones, andenes, pasillos, taquillas, etcétera.
Se recolectan en promedio 50 kilos diarios de basura por estación. Esta cantidad, es solo considerando el interior de las instalaciones, porque en el exterior, con puestos de comida, ambulantaje, andadores de camiones de transporte, la cifra podría fácilmente triplicarse.
La generación de basura es de alarma. Y representa un reto muy grande para que las autoridades locales lo solucionen. Una de esas posibles alternativas que han puesto en marcha exitosamente, cabe decir, son las plantas de selección de desechos para reducir el envío de estos a los rellenos sanitarios localizados en el Estado de México en localidades como Ixtapaluca, Naucalpan, Cuautitlán Izcalli y un adicional en Morelos.
Con esta estrategia de selección de desechos se busca el aprovechamiento de la mayoría de los residuos que se generan y ayudar así a que se dejen de enviar a estos rellenos sanitarios para no seguir afectando el medio ambiente.
De las 12 mil 400 toneladas diarias de basura, “estamos llevando a disposición final 6 mil 500 toneladas”, afirma Tania Carro Toledo, directora general de Servicios Urbanos y Sustentabilidad del gobierno de la Ciudad de México.
Explica además que se separan los residuos urbanos en tres vertientes: primero los residuos recuperables como cartón, pet, tetrapack, aluminio, vidrio; el segundo, que es el Combustible de Residuos (CDR), se lleva a los hornos de las plantas cementeras y, el tercero, el material orgánico, se traslada a la planta de composta ubicada en Bordo Poniente.
Sin embargo, amables lectores, cualquier esfuerzo que haga la autoridad local correspondiente para aminorar la cantidad de basura gigantesca en la Zona Metropolitana, como es el caso de estas plantas de selección de desechos, será poca, si no es acompañada por un esfuerzo notable de nosotros como habitantes responsables y dejemos de arrojar desperdicios a vías públicas, coladeras, transporte público, instalaciones hospitalarias y un largo etcétera. Recordemos aquel viejo eslogan publicitario: “Ponga la basura en su lugar”.
Hasta la próxima.