Hace seis años en el terreno donde se construía el aeropuerto que sería el orgullo mexicano y que fue destruido por cuestiones meramente políticas, se construye actualmente el Parque Ecológico Lago de Texcoco, polémica obra que supuestamente se inauguraría este mes de agosto, pero que presenta un notorio atraso que la hace candidata a convertirse en una obra inconclusa más de esta administración, pese a la cuantiosa inversión que ha representado.
Este proyecto fue concebido como una solución al deterioro ambiental que vive el área metropolitana del Valle de México y una respuesta a la escasez hídrica de la zona centro del país, donde sus 14 mil hectáreas servirán, además, según los proyectos originales, como un parque público con campos deportivos, rutas de senderismo, juegos para niños, en fin todo un encanto de obra…pero en papel, porque la realidad es devastadora, amables lectores.
A la fecha la obra tiene un notorio retraso que difícilmente será cubierto en lo que resta del año, pero eso sí, júrelo usted, será inaugurada aun inconclusa, pues a final de cuentas lo importante es la fotografía de relumbrón político.
Según opiniones de senadores de oposición, si la cancelación del aeropuerto en Texcoco representó la cantidad de 500 mil millones de pesos, la inversión en este proyecto ecológico es aproximadamente (porque no hay manera de comprobarlo) de 5 mil millones de pesos, es decir una barbaridad de dinero, que bien se pudo utilizar en el sector salud.
Los legisladores coinciden en que el proyecto no tiene futuro en el próximo sexenio, pues requiere recursos multimillonarios de los que carecerá la siguiente administración.
La senadora Kenia López Rabadán señaló que “no es de sorprender que este gobierno deje sin terminar un proyecto más, como es la refinería Dos Bocas, que después de cinco meses de retraso sólo refina 10 por ciento de la gasolina que se consume en México; o el Tren Maya, que un día sí y el otro también tiene fallas en las vías y se suspende el servicio; y por supuesto, el Aeropuerto de Santa Lucía, que sigue sin ser rentable y requiere ser subsidiado por el gobierno federal”.
Para el senador Miguel Ángel Mancera, esta obra “ya no tuvo el interés de que estuviera dentro de la agenda prioritaria de desarrollo de gobierno y eso se reflejó en que quedó relegada”. “Quedó sólo en el ánimo, en el propósito”, añadió el legislador.
Es así, amables lectores, como se suma un elemento más a la lista de ocurrencias supermillonarias de este sexenio. Y lástima, porque sí es necesario el mayor número posible de infraestructura en áreas verdes que oxigenen el Valle de México. Pero, por desgracia, la política envilece la obra pública y entorpece la administración adecuada de las grandes ciudades.
Hasta la próxima.