Por: Konstantinos Panagiotou, CEO de Doppelmayr México
La movilidad ha sido un pilar esencial para el progreso y la competitividad de las ciudades. Desde los antiguos imperios hasta las metrópolis contemporáneas, un sistema de transporte eficiente es fundamental para el desarrollo urbano, económico y social.
A lo largo de la historia, el avance de las infraestructuras de transporte ha facilitado el intercambio de bienes, la expansión de mercados y la integración de regiones. Este papel crucial del transporte se ha mantenido a lo largo de los siglos, adaptándose a las necesidades cambiantes de las sociedades y a los avances tecnológicos.
En pleno siglo XXI, esta necesidad se ha acentuado con la creciente urbanización y la complejidad de las ciudades modernas. En 2023, por ejemplo, el crecimiento económico de México se sustentó significativamente en el consumo y la inversión, con aportes de 2.2 y 0.8 puntos porcentuales respectivamente, según datos del INEGI.
Es posible que estos avances estén vinculados a la calidad del transporte, que facilita el acceso a empleos, educación y servicios esenciales, lo que sugiere que la movilidad podría no solo apoyar el desarrollo urbano, sino también actuar como un motor fundamental para el progreso económico y social continuo.
La relación entre el transporte y el desarrollo económico es compleja y bidireccional. Por un lado, un sistema de transporte eficiente puede ser el catalizador que impulse la urbanización y el crecimiento económico al facilitar el movimiento de personas, bienes y servicios, y al mejorar el acceso a oportunidades de empleo, educación y servicios básicos.
Por otro lado, el propio proceso de urbanización y el crecimiento económico pueden generar una demanda creciente por infraestructuras de transporte más robustas, lo que a su vez impulsa nuevas inversiones en este sector. Esta interdependencia crea un ciclo de retroalimentación en el que el transporte y el desarrollo económico se potencian mutuamente, aunque no siempre es fácil determinar cuál es el factor desencadenante inicial.
Sin embargo, lo que es indiscutible es que un sistema de transporte bien desarrollado es fundamental para la cohesión social y económica de una región, ya que no solo mejora la eficiencia de los mercados y aumenta la competitividad, sino que también reduce las desigualdades al facilitar el acceso equitativo a los recursos y oportunidades.
Este fenómeno, impulsado por la globalización y los desafíos del cambio climático, exige soluciones de movilidad innovadoras y sostenibles que puedan abordar de manera integral los problemas emergentes.
En este contexto, los teleféricos urbanos se destacan como una herramienta excepcional que ofrece una alternativa eficiente y ecológica a los medios de transporte convencionales, al mismo tiempo que genera un impacto transformador en las comunidades que conectan.
Estos sistemas no solo facilitan la movilidad, sino que también tienen el potencial de revitalizar áreas subdesarrolladas, mejorar la conectividad en zonas de difícil acceso y atraer inversiones que estimulan el desarrollo económico local.
Un ejemplo claro de este impacto, es el cablebús de la Línea 1, que corre de Cuautepec a Indios Verdes (inaugurado en 2021), cuyo efecto transformador contribuye de manera significativa a mejorar el equilibrio social en la Ciudad de México.
Con aproximadamente 50 mil viajes diarios, esta infraestructura no solo aborda problemas inmediatos de movilidad, sino que también establece una base sólida para un desarrollo sostenible y equitativo a largo plazo. Por otro lado, la Línea 3 de Chapultepec, que atenderá una demanda 36 mil pasajeros diarios.
En conclusión, es vital que los tomadores de decisiones en las distintas instancias continúen tomando en cuenta la atracción de inversión en sistemas de transporte e infraestructura de transporte sostenibles, como un complementario a otros existentes, para el desarrollo económico de México.
Estos sistemas innovadores no solo ofrecerán una solución eficaz, segura y sustentable, sino que también impulsarán la transformación de las comunidades aledañas.
En un contexto global de urbanización acelerada y desafíos crecientes en movilidad, priorizar estos proyectos no es solo una estrategia inteligente, sino una necesidad estratégica; que garantice un futuro más dinámico, inclusivo y próspero, donde cada ciudadano pueda aprovechar las oportunidades que ofrece una infraestructura de transporte moderna y eficiente.
