Este jueves 11 de abril se confirmó la muerte de Orenthal James Simpson, uno de los jugadores más laureados en la historia de la NFL y quien también sostuvo un historial de serios problemas con la autoridad que restaron crédito a lo hecho en los emparrillados. Mediante redes sociales fue donde la familia de O.J. confirmó la noticia con un corto mensaje.
“El 10 de abril, nuestro padre, Orenthal James Simpson, sucumbió a su batalla contra el cáncer. Estaba rodeado de sus hijos y nietos. Durante este tiempo de transición, su familia les pide que se respete su deseo de privacidad, gracias”, se pudo leer.
Fue un nueve de julio de 1947 cuando en San Francisco nació Orenthal James Simpson. El estadounidense desde muy temprana edad mostró su gusto y capacidad para los deportes, logrando una beca con los Southern California Trojans, donde gracias a buenas actuaciones se abrió paso hasta la NFL.
Buffalo Bills fue el equipo que en 1969 se hizo con los servicios de O.J. marcando un antecedente de mucha importancia en la historia del deporte, ya que Simpson fue un jugador fuera de serie. En sus tiempos de gloria se convirtió en el primer jugador en superar la barrera de las 2 mil yardas en una temporada. Asimismo, Simpson se ganó el título de segundo mejor corredor de todos los tiempos en ese entonces gracias a sus 19 mil 236 yardas terrestres.
Su increíble juego lo llevó a participar en seis Pro Bowls y ser nombrado el jugador más valioso de la NFL en la temporada de 1973. Tras su retiro fue inducido al Salón de la Fama en 1985. Otro dato a resaltar en su carrera es que su figura alcanzó para que en su momento fuera el dueño del contrato más caro en la historia del deporte profesional.
Fuera de los emparrillados, Los reflectores también apuntaron directamente a él cuando fue acusado de haber asesinado a su expareja, Nicole Brown, y el amigo de la misma, Ron Goldman. El juicio estuvo lleno de polémicas y teorías que hasta la fecha siguen rondando en la cabeza de los fanáticos.
Lo cierto es que en 1997 el jurado del estado de California encontró culpable a Simpson por los asesinatos antes mencionados, teniendo que pagar una multa de 33 millones de dólares para evitar prisión. En años posteriores, el exjugador de la NFL mantuvo sus problemas con las autoridades al ser condenado por robo y secuestro en 2008.