Los Juegos Olímpicos siempre han sido un escenario donde la emoción y el orgullo se entrelazan. Este año, la emoción es aún más intensa al ver a jóvenes atletas emergentes llevando la bandera de México y representando a toda Latinoamérica, donde las oportunidades son más limitadas. La participación de estas promesas, destacadas por su talento y determinación, no sólo enciende el espíritu competitivo, sino que también resalta la riqueza de la juventud latinoamericana en el ámbito deportivo.
Detrás de cada logro y hazaña, se encuentran historias conmovedoras de sacrificio y apoyo, donde las familias juegan un papel crucial. Detrás de cada prueba, salto y victoria de estos atletas, hay un esfuerzo personal y el respaldo familiar.
Recientemente, la judoca Prisca Awiti Alcaraz dejó una marca imborrable en el judo internacional con su destacada actuación en París 2024 y un emotivo encuentro con su madre tras ganar la medalla de plata en la categoría femenina de -63 kg. La joven, nacida en Londres, demostró un nivel de habilidad y determinación que ha capturado la atención del mundo del deporte, especialmente en una disciplina donde México se está consolidando como uno de los grandes exponentes.
La mexicana comenzó su participación derrotando a Nigara Shaheen del Equipo Olímpico de Refugiados en solo 35 segundos. Posteriormente, venció a la polaca Angelika Szymańska, quien ocupa el cuarto lugar en el ranking mundial. En los cuartos de final, se enfrentó a la austriaca Lubjana Piovesana y en las semifinales superó a la croata Katarina Kristo. Aunque Prisca perdió la final ante la eslovena Andreja Leski, la medalla de plata no es una derrota, sino un hito significativo para el judo mexicano.
A pesar de que llegar a unos Juegos Olímpicos y ganar una medalla de plata es una gran hazaña, Prisca mostró su decepción al sentir que “dejó ir el oro”. “Es más el dolor ahorita, tenía la capacidad de ganar el oro. México para mí es mi país, el orgullo de mi familia, es mi mamá, la verdad México es todo para mí”, declaró a Alberto Lati para Claro Sports.
Mientras tanto, internautas le enviaron mensajes de apoyo y consuelo en redes sociales. Un video de su reencuentro con su madre tras la ceremonia de entrega de medallas ha conmovido a todos, ya que muestra la importancia del respaldo familiar.
“Lo hiciste, tienes que estar feliz. ¿Estás feliz? ¡Disfrútalo! Plata está bien, ¡mira! Plata, mi favorita”
— Dijo con gran emoción la señora Lola Alcaraz
“Ella no sabe que aparte ya tenía el oro ganado porque tiene a su madre que la llena de amor incondicional”. “Que a ella y su mami les sea dada la eternidad. su mami es lo máximo dándole ánimos”. “Se llevó la medalla de plata pero ese momento con su madre es oro puro”, expresaron internautas.
Mamá de Prisca, pieza clave para que eligiera a México
Con ascendencia keniana por parte de su padre, Prisca decidió representar a México, inspirada por su madre mexicana, quien desde que tenía seis meses de edad, la llevaba a León, Guanajuato, de vacaciones durante dos meses para inculcarle el amor y respeto por sus raíces. Desde 2017, Prisca ha representado a México en al menos diez ocasiones, incluyendo los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 (su debut olímpico), el Campeonato Panamericano de Judo en 2021 y 2023, y los Juegos Panamericanos de 2023.
El nombre de Prisca Guadalupe Awiti Alcaraz puede que no haya sido familiar en el pasado, pero hoy en día es un símbolo de gran orgullo. Originaria de Londres, esta joven de 28 años encarna perfectamente la icónica frase de Chavela Vargas: “los mexicanos nacemos donde se nos da la rechingada gana”.
Ante la inevitable pregunta de por qué eligió representar a México, a pesar de las muchas dificultades que enfrenta el deporte en el país, Prisca ha respondido: “Elegí México porque aquí encontré alegría. Aquí luchan con su corazón y lo hacen por su país. No es por dinero, sino porque quieren ver el país mejorar”.
El amor y devoción de las madres latinas hacia sus hijos se manifiestan de manera conmovedora en los Juegos Olímpicos, donde cada esfuerzo y sacrificio se siente profundamente personal. Para estas madres, cada competencia es más que un evento deportivo; es una celebración del sueño compartido, del arduo trabajo y de las noches sin descanso dedicadas al apoyo incondicional. Ver a sus hijos en el escenario mundial, luchando con valentía y determinación, es un reflejo de su propio amor y sacrificio.
