El balompié italiano y mundial se viste de tristeza tras la muerte de Salvatore “Totó” Schillaci, quien falleció a los 59 años en Palermo, Sicilia, a causa de un cáncer de colon que lo aquejaba desde hace más de dos años, su partida, deja un vacío en el corazón de los aficionados y un legado imborrable en la historia del deporte.
¿Quién fue Salvatore Schillaci?
‘Totó’, conocido por su excepcional desempeño en el Mundial de Italia 1990, se convirtió en el máximo goleador del torneo con seis goles, un logro que lo catapultó a la fama, su trayectoria, marcada por su paso por clubes como Juventus e Inter, lo consolidó como uno de los futbolistas más emblemáticos de su generación.
Sin embargo, su vida tomó un giro sombrío en los últimos años, cuando fue diagnosticado con cáncer de colon; a pesar de someterse a dos intervenciones quirúrgicas y un tratamiento, su salud se deterioró drásticamente. Desde el 9 de septiembre, se encontraba hospitalizado en el Hospital Cívico de Palermo, donde su condición se agravó de manera alarmante.
La noticia de su fallecimiento fue confirmada por la Selección italiana, que se despidió de su héroe con un emotivo mensaje en redes sociales: “Adiós, ‘Totó’. Héroe de las Noches Mágicas”. Esta frase encapsula la esencia de Schillaci, quien no solo brilló por su habilidad en el campo, sino también por la pasión que transmitió a los aficionados durante su carrera.
Schillaci llegó al Mundial de 1990 como un jugador que, en teoría, ocuparía un lugar en el banquillo; sin embargo, su talento se impuso y se ganó la titularidad, anotando goles memorables que llevaron a Italia hasta las semifinales del torneo.
Desde su tanto contra Checoslovaquia hasta su decisivo gol frente a Inglaterra, cada una de sus anotaciones se convirtió en parte de la historia del futbol. A pesar de su éxito en el terreno de juego, su vida fuera de él estuvo marcada por la lucha contra la enfermedad, que lo enfrentó a retos que ni siquiera un ícono del deporte pudo superar.
Tras dejar el futbol europeo, Schillaci se trasladó a Japón, donde jugó en el Júbilo Iwata hasta su retiro en 1997, su legado perdurará en la memoria colectiva de los aficionados, recordando al niño de Palermo que se convirtió en un gigante del futbol.
