La rivalidad entre América y Pumas es una de las más importantes del futbol mexicano y la final de la temporada 1984-1985 sirvió de base para que se estableciera el Clásico capitalino.
Sin embargo, esta serie estuvo marcada por la polémica, en especial porque se definió en un tercer partido, el cual muchos señalan estuvo orquestado para beneficiar a las Águilas.
El primer encuentro se disputó en el Estadio Azteca, donde los felinos se quedaron muy cerca de quedarse con la victoria con el gol de Alberto García Aspe, al minuto 79′; sin embargo, Carlos Hermosillo rescató el empate en el último minuto del partido.
La final de vuelta se llevó a cabo en el Estadio Olímpico Universitario, donde ambos equipos tuvieron opciones de gol, pero al final no se hicieron daño y el marcador quedó 0-0.
Al tener un empate global, se esperaba que disputaran los tiempos extra y posiblemente los penales, como sucedió en las finales de 1982 y 1983; no obstante, el reglamento sufrió modificaciones y se tenía que realizar un tercer partido en cancha neutral.
El conjunto azulcrema no tuvo injerencia en esto. De hecho desde el 11 de junio de 1983, la junta de dueños tomó la decisión de cambiar la regla de las finales en caso de los cartones finalizaran iguales después de los primeros dos encuentros de las finales.
De acuerdo con información de TUDN, el duelo de desempate se iba a jugar en el Estadio Ciudad de los Deportes, pero la Secretaría de Gobernación no lo permitió, debido al fallecimiento de 10 personas tras la violencia que se desató en el túnel 29, por lo que el partido se trasladó a La Corregidora de Querétaro.
¿Qué pasó en la final decisiva?
El 28 de mayo de 1985, Pumas y América se vieron las caras en la casa de los Gallos Blancos del Querétaro. En ese juego ya no hubo más empates y las Águilas se terminaron imponiendo 3-1 para finalmente proclamarse campeones del futbol mexicano.
Sin embargo, más allá de la molestia de disputar un tercer partido, los aficionados felinos señalan que fueron afectados por un arbitraje tendencioso de Joaquín Urrea, quien dirigió las acciones pese a que no estaba contemplado.
Pese a que nunca se presentaron pruebas en contra de Urrea, se señala que los azulcremas fueron beneficiados, debido a que se les marcó a favor un penal por una mano de Félix Cruz, mientras que en una acción casi igual de Alfredo Tena no señaló nada.
