Uno de los toreros más emblemáticos de México, Fermín Rivera, habló en entrevista exclusiva para Publimetro sobre su amor por la tauromaquia, la pasión que siente por su profesión y la próxima corrida que protagonizará en la Plaza México este fin de semana, donde también se refirió al legado de su familia, a su evolución como torero y a los retos que enfrenta día a día en su carrera
Fermín Rivera: El arte de torear con honestidad y pasión
¿Qué te inspiró a dedicarte a la tauromaquia? ¿Cómo es esa pasión y cómo lo vives?
—Bueno, me inspira desde niño mi familia, que vengo de una dinastía taurina. Mi abuelo Fermín Rivera, mi tío Curro Rivera y bueno, tengo el toro muy palpable desde que tengo uso de razón. Mi familia tiene una ganadería de reses bravas, entonces la verdad es que el toro lo vivo y lo tengo desde muy pequeño como algo muy familiar. Podríamos decir que es algo hereditario.
¿Cómo manejas el peligro que conlleva ser torero y la responsabilidad del apellido?
—Es algo que tienes cerca, pero lo conoces más. Desde niño sabía lo que conlleva ser torero: las dificultades, los problemas, el riesgo físico, que siempre está presente. La dureza de la carrera que no es fácil. Pero al final, creo que si tienes vocación, mucha afición y ganas de ser, no necesariamente el apellido cuenta. Lo que cuenta es lo que uno hace día a día, lo que aporta en cada corrida. Yo me enamoré de la fiesta de los toros y quise ser torero porque no todos en mi familia lo son. Es algo que, yo creo, tienes que llevar en el gen y desarrollarlo conforme vas creciendo.
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Mencionas que el apellido Rivera tiene algo de peso, ¿cómo ha sido esa experiencia para ti?
—Sí, al principio el apellido ayuda, ya que la gente te ubica más fácilmente, especialmente los profesionales dentro del toro. Te reconocen, saben de dónde vienes, y hay interés por ver qué pasa. Pero al final, el toro sale y no importa de qué familia vengas, ni la edad que tengas, el toro siempre tiene la misma edad y tamaño. Lo importante es lo que uno aporta en cada corrida. Con el tiempo aprendes a dejar el apellido a un lado y a disfrutar de lo que haces. Es un orgullo que el apellido Rivera siga vigente.
¿Desde niño tuviste la vocación del torero, pero cómo vas evolucionando y preparándote con los años?
—Claro, te preparas día a día. Es mucho entrenamiento, vocación y disciplina. Con los años, vas viendo qué te funciona mejor, qué puedes adaptar a tu estilo y profesión. He intentado rodearme de gente que me aporte, tanto técnica como artísticamente, para ir formando mi manera de torear y ser como persona. Con el tiempo, la gente ya sabe qué esperar de mí, y eso es algo que me hace sentir orgulloso.
¿Cuáles han sido tus momentos más felices y más duros en tu carrera?
—Mis momentos más felices espero que estén por venir. Siempre veo el futuro de manera positiva, y lo que venga adelante es lo mejor. Los momentos más duros han sido los que más me han enseñado. Las tardes malas son las que más te forjan como profesional. Son esas experiencias las que te hacen crecer. La clave es seguir adelante, siempre viendo hacia el futuro y no quedándote en el pasado.
¿Tienes alguna cábala o superstición antes de salir al ruedo?
—No, la verdad es que no. Nunca he tenido supersticiones ni cábalas. Creo que ya el hecho de ser torero conlleva una responsabilidad y nervios. No hace falta ponerle más añadidos a eso. Mi enfoque siempre es salir al ruedo con la mente lo más en blanco y tranquilo posible.
¿Cómo podrías describir tu estilo de toreo?
—Intento ser un torero puro, que disfruta de conocer y descifrar diferentes toros. Mi objetivo es aportar mi tauromaquia de una forma honesta, sin tratar de hacer gestos para la galería. Me dicen que a veces soy frío, pero eso es simplemente porque no estoy actuando, simplemente estoy demostrando lo que siento. Creo que es importante ser fiel a uno mismo y no tratar de ser alguien que no eres.
¿Cuál es la parte que más disfrutas cuando estás en el ruedo y empiezas a descifrar al toro?
—Lo que más disfruto es cuando un toro que al principio parece complicado, de repente lo descifras y logras meterlo en la faena. Ese momento de conexión con el toro, de transmitirlo al público, es lo que más me gusta. A veces, cuando todo parece difícil, lograr hacer que el toro y el público se involucren es lo que vale la pena y es lo que te hace sentir que realmente estás creando arte.
¿Qué representa para ti la Plaza México?
—La Plaza México para mí es todo. Es la plaza que me ha puesto a prueba, que me hizo vivir momentos difíciles, pero también me dio las grandes oportunidades. Es una plaza emblemática, muy peculiar, y la afición es única. El solo hecho de estar ahí te pone los pelos de punta. Es un honor torear en esa plaza, y siempre tengo la ilusión de que cada vez que me presento, la corrida será un éxito.
¿En tu experiencia, qué diferencias notas entre el público mexicano y el de otros lugares?
—Cada plaza tiene su personalidad. Algunas prefieren un tipo de toreo más festivo, otras son más duras. La Plaza México es especial porque le gusta el toro largo, el toro de sentimiento, de mucha verdad. Me siento identificado con su afición y la forma en que viven la corrida. Es una plaza que me ha dado mucho y no la cambiaría por ninguna.
Háblanos sobre tu próxima corrida. ¿Qué puedes ofrecer al público?
—El próximo 26 de enero estaré alternando con Alejandro Talavante, una figura muy importante a nivel mundial, y Leo Valadez, un joven torero mexicano en gran momento. El cartel es muy bien balanceado, con toreros que ya han tenido triunfos en la Plaza México. La ganadería será de la Mora, de primer nivel. Estoy muy ilusionado por lo que nos depara la corrida, y espero que el público disfrute de un gran espectáculo.
¿Cómo te imaginas después de la corrida?
—Uno siempre sueña, se imagina, pero lo que espero es que la realidad supere esos sueños. Mi ilusión es partir plaza y, al final, sentir que he hecho todo lo posible para que la corrida sea un éxito.
Para finalizar, ¿cómo definirías tu amor por la tauromaquia en una frase?
—Mi pasión, mi forma de ser, mi forma de estar en la vida, es el toro.