Por primera vez en la historia de los torneos cortos del futbol mexicano, un equipo se coronó como tricampeón: las Águilas del América. Las razones para poder lograrlo son multifactoriales, y van desde la cancha hasta lo que pasa fuera de ella, donde uno de los pilares que el equipo privilegió fue la parte mental de todos los involucrados.
En entrevista exclusiva para Publimetro, la doctora Claudia Rivas, psicóloga deportiva del Club América, compartió su visión sobre el impacto de esta disciplina en el deporte de alto rendimiento. Su trabajo con el equipo fue clave para el éxito que ha llevado al club a alcanzar el tricampeonato, logrando un equilibrio entre la motivación mental, la gestión emocional y la preparación psicológica de los jugadores.
¿Cómo decidió usted dedicarse a la psicología deportiva?
—No lo decidí conscientemente. Crecí en el futbol, era mi mundo desde pequeña. Mi gran guía fue mi padre, el Dr. Octavio Rivas, pionero de la psicología del deporte. Empecé muy joven, en tercer semestre de la carrera, sin muchas mujeres en este campo. No había psicólogas deportivas, ni periodistas, ni árbitras. Hoy es increíble ver que el talento va más allá del género.
¿Cuáles fueron los principales retos al inicio de su carrera?
—Más que el desafío de ser mujer, fue la dificultad de encontrar soluciones a situaciones difíciles. Recuerdo cuando un equipo que asesoraba ascendió, y sentí una cierta soberbia, pensando que había sido por mi trabajo. Pero cuando perdimos el ascenso en un equipo como Pachuca, me sentí completamente responsable. Mi padre me enseñó que el trabajo psicológico debe multiplicar, pero siempre necesita de una base sólida: un equipo con buenos jugadores y grandes personas.
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Sorprende que uno de los desafíos no haya sido romper esas barreras de género, ya que estamos hablando de hace varias décadas. ¿Cuáles fueron los retos que enfrentó?
—Enfrenté más el reto de no encontrar respuestas a situaciones complicadas. Mi mayor desafío fue ver que los jugadores necesitaban cosas muy distintas: unos necesitaban más concentración, otros aprender a dormir o gestionar emociones. Y, a veces, los problemas no tienen solución inmediata. Fue un proceso de aprendizaje constante.
¿Cuáles son las diferencias y similitudes en el trabajo psicológico y mental del equipo con su padre, el Dr. Rivas?
—Las similitudes entre el trabajo de mi padre y el mío se encuentran en los principios fundamentales: la importancia de la confianza, la escucha activa y la relación humana con los jugadores. Mi padre fue un visionario en su tiempo, ya que introdujo técnicas como la visualización y la relajación, que eran poco conocidas en su época. Su enfoque era principalmente grupal, trabajando con equipos de manera colectiva para mejorar el rendimiento. Por otro lado, hoy el trabajo se ha individualizado más, especialmente porque los jugadores de alto nivel ya tienen habilidades psicológicas desarrolladas. Mi enfoque se centra en trabajar de manera más personalizada con cada jugador para identificar qué les genera éxito y cómo mantener la consistencia. También contamos con más recursos y tecnología, lo que nos permite medir y ajustar nuestras intervenciones con mayor precisión. A pesar de estos avances, los valores que mi padre me enseñó siguen siendo esenciales: el trabajo humano, el respeto y el entendimiento de cada jugador dentro del colectivo. Aunque las herramientas y el contexto han cambiado, la base del trabajo psicológico sigue siendo la misma.
¿Cuál es su trayectoria dentro y fuera del futbol? ¿Qué otros deportistas o deportes ha trabajado?
—Durante mi trayectoria, me he involucrado en varios deportes además del fútbol, como baloncesto y patinaje, especialmente cuando me tomé un semiretiro y trabajé en la Universidad del Estado de México. Allí trabajé con otros deportistas y aprendí nuevas técnicas.
Hablando de la evolución de la psicología deportiva, ¿diría que su trabajo está más centrado en el “detalle fino”?
—Definitivamente. Con los jugadores de categorías más altas, ya tienen capacidades psicológicas desarrolladas. Mi enfoque es ayudarlos a descubrir qué les da éxito y cómo mantener la consistencia. A medida que suben de nivel, el trabajo colectivo y el individual se mezclan más, pero siempre se necesita un apoyo cercano y personalizado.
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¿Cómo se trabaja con jugadores que enfrentan lesiones? ¿Cómo se logra la apertura y cooperación de los jugadores?
—Lo más importante es estar presente. Los deportistas necesitan confiar en ti. Yo viajo con el equipo y tengo un vínculo cercano con ellos, lo que me permite ver cuándo necesitan apoyo. Cuando un jugador llega a un equipo nuevo, la paciencia es clave para ganarme su confianza y empezar a trabajar juntos. Es un proceso muy gradual.
Usted es la pionera en la psicología deportiva, ¿cómo ve su trayectoria al mirar hacia atrás?
—Me siento muy contenta con la Claudia de hace más de 30 años. Era muy valiente, a veces me pregunto cómo lo hice. El futbol me dio estabilidad emocional después de la tragedia de perder a mi madre en un accidente. Fue un gran apoyo y me permitió crecer dentro de ese mundo. A veces, aún escucho las conversaciones de los jugadores, y de alguna manera, todo eso me dio las herramientas para sobrevivir.
¿Cómo logró el futbol brindarle ese apoyo en un momento tan difícil?
—Me sentaban con los entrenadores para que no diera lata, y así empecé a escuchar y aprender sobre lo que sucedía detrás de los partidos. A través de buenos amigos en la prensa, fui entendiendo mejor el mundo del fútbol. Al principio, pensaba que solo sería algo para completar mi carrera, pero luego se convirtió en una pasión profunda.
¿Cómo equilibró su vida profesional con la maternidad?
—No fue fácil. Hubo momentos difíciles, especialmente cuando mi hija era pequeña y tenía que viajar. Me tomé un semiretiro y me enfoqué en abrir el área de psicología en la Universidad del Estado de México. Ahí aprendí sobre otros deportes, como baloncesto y patinaje. Pero el fútbol nunca me dejó alejarme demasiado. Tuve mucho apoyo de mi familia, especialmente de mi padre, hermano y la esposa de mi papá.
¿Cómo llegó al Club América y qué significa para usted estar allí?
—Llegué al Club América después de muchos años de trabajo. Mi llegada fue gracias a la recomendación de los jugadores, lo cual no es común. Para mí, estar aquí es un premio a todo el esfuerzo. He sido muy feliz en otros equipos, pero estar en América marca una diferencia importante. Llegué con mucha gratitud, aunque me da pena usar la palabra “bendición”. Fue gracias a los jugadores que recomendaron mi trabajo, lo que me permitió estar aquí. La directiva, el cuerpo técnico y los jugadores me recibieron con los brazos abiertos. Fue un proceso largo, pero llegué a un América en transformación, con una filosofía clara, especialmente con la llegada de Andrés Jardine y su cuerpo técnico.
¿Qué opina sobre el área de psicología deportiva en el Club América específicamente?
—El área de psicología en el Club América es de las más fuertes. Tenemos un equipo impresionante con siete psicólogos, todos con formación en psicología deportiva, maestrías y doctorados. Nos dedicamos a aprender continuamente y trabajamos juntos para darles el mejor apoyo a los jugadores. Es un equipo apasionado y comprometido con el trabajo.
¿Qué hace que el Club América se distinga del resto de los equipos?
—Lo que diferencia al Club América es la calidad humana de todos en la institución. Desde los presidentes hasta los jardineros, todos están comprometidos con el éxito. La directiva y todo el equipo administrativo nos brindan un apoyo increíble. Los jugadores, además, son humildes y se entregan completamente al trabajo diario. Todo eso encaja como un rompecabezas, y los resultados en la cancha son un reflejo de ese esfuerzo conjunto.
¿Cuántos equipos o selecciones cuentan con estructura de entrenamiento mental o psicología del deporte como lo tiene el América?
—La psicología del deporte en México está en un buen nivel. Existen grandes profesionales, investigadores y docentes que contribuyen al crecimiento del campo. Nosotros, como psicólogos aplicados, trabajamos directamente con los deportistas y lo compartimos con colegas internacionales. He tenido la oportunidad de exponer nuestras experiencias en países como Singapur, China, Italia y más, aprendiendo de otros y transmitiendo lo que hacemos.
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¿Cuáles fueron los factores mentales que contribuyeron al tricampeonato?
—Antes del tricampeonato, tuvimos que trabajar mucho en la psicología deportiva, porque bajo presión nadie funciona bien a largo plazo. El objetivo era disfrutar del proceso, no solo enfocarnos en ganar, sino en disfrutar cada paso del camino. Y creo que lo conseguimos: disfrutar del proceso fue lo que realmente nos hizo diferentes.
¿Cómo logra mantener la felicidad y la motivación en el equipo, especialmente después de una derrota?
—Mi trabajo no es hacer que el equipo sea feliz todo el tiempo, sino que sean plenos. Cuando hay una derrota, todos lo sentimos, y no fingo que todo está bien. Aceptamos que estamos molestos, pero siempre con la responsabilidad de que cada uno debe mejorar. La clave es vivir el presente, trabajar para el futuro y aprender de los errores. El trabajo de Andrés Jardine también ha sido crucial para gestionar las emociones del equipo. Sabemos que estos momentos son solo eso, momentos. Después de un partido, llegamos cansados a las 2 de la mañana, con la sensación de estar en modo “zombie”. Pero lo importante es regresar al presente y mantener el enfoque. A veces, tenemos pequeños recordatorios, como una pulsera que dice “aquí y ahora”, para ayudar a los jugadores a mantenerse en el presente.
¿Cómo preparan los materiales para los jugadores?
—Cada partido tiene un material personalizado para los jugadores, con frases y fotos específicas. Por ejemplo, para la liguilla contra Toluca, hicimos una manta con la foto y frase de cada jugador, sacada de sus propias entrevistas. Esto les da una conexión más personal con el contenido y los motiva.
¿Cómo ha sido la colaboración entre el equipo?
—El equipo es increíblemente colaborativo. Recuerdo una vez que Pablo Víctor, el auxiliar de Andrés Jardine, me pidió hacer fotos de la familia de los jugadores. En menos de cinco minutos, todo el equipo de psicólogos ya había organizado el material. Nos apoyamos mutuamente en todas las áreas y nos aseguramos de que cada detalle esté cubierto.
¿Qué consejo les daría a los jóvenes deportistas?
—Mi consejo es entrenar la mente tanto como el cuerpo. El cuerpo es como un Fórmula 1, y el piloto es la mente. Si no entrenas tu mente, el cuerpo no podrá rendir al máximo. Los deportistas deben trabajar en su gestión emocional y en el control de sus pensamientos para que puedan tomar decisiones más inteligentes, como decir “no” a tentaciones que les desvíen de su objetivo.