La jornada de pruebas del mítico óvalo de Indianápolis se tornó dramática con dos incidentes que dejaron a los aficionados al borde del asiento.
Primero, fue Kyle Larson quien experimentó un escalofriante accidente mientras realizaba simulacros de clasificación con su monoplaza Arrow McLaren-Hendrick Chevrolet No. 17.
Al salir de la curva uno, el auto perdió adherencia y se deslizó violentamente contra el muro de contención, sufriendo daños considerables en la suspensión delantera derecha.
Afortunadamente, Larson fue atendido y dado de alta sin lesiones, aunque lamentó el daño al vehículo: “Estoy feliz de haber chocado mi primer IndyCar y haber sobrevivido”, comentó el piloto, admitiendo sentirse un poco “oxidado” y con problemas de subviraje previos al incidente.
Poco después, la tensión volvió a apoderarse del circuito cuando el experimentado piloto japonés Takuma Sato, al mando de su monoplaza No. 75, también sufrió un fuerte accidente en la curva uno.
El auto de Sato se resbaló de manera similar al de Larson, chocando el muro con fuerza y sufriendo daños significativos.
Al igual que Larson, Sato fue atendido de inmediato por el equipo médico y, tras una revisión, también fue dado de alta sin lesiones graves, aunque admitió sentir algunas molestias.
“Es difícil. Mi cuerpo está bien”, declaró Sato al equipo de transmisión de IndyCar. Las imágenes del accidente de Sato mostraron la violencia del impacto lateral contra el muro.
Estos dos incidentes en la misma jornada de pruebas sirven como un recordatorio de la exigencia y el peligro que representa el óvalo de Indianápolis, especialmente cuando los pilotos buscan los límites de sus monoplazas en preparación para la edición número 109 de las 500 Millas.
A pesar de estos contratiempos, se espera que tanto Larson como Sato puedan participar en la legendaria carrera, aunque sus equipos deberán trabajar arduamente para reparar o reemplazar los vehículos dañados.