Ya pasaron más de más de 30 años de la llegada de “El pecado de Oyuki” a la pantalla y la popular telenovela sigue presente en la memoria de los televidentes gracias a la magistral actuación de Ana Martín en el papel principal.
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A sus 41 años, la actriz mexicana aceptó el reto de interpretar a Oyuki Ogino, una joven japonesa que fue obligada por su hermano a trabajar como geisha en un restaurante en Tokio. Aunque al inicio aparentaba ser un proyecto sencillo, Ana Martín reveló las dificultades que enfrentó al encabezar el personaje.
“Me pusieron una maestra japonesa que todos los días, de nueve de la mañana a nueve de la noche me daba clases de baile, corporales, movimiento, la mirada de los ojos. [...] Yo decía ‘ay, muy fácil’, ¿fácil?”, mencionó la actriz de 76 años.
Bajo la producción de reconocida cineasta Lucy Orozco, “El pecado de Oyuki” se convirtió en una joya de la televisión pero con un costoso presupuesto tanto en escenografía como vestuario. Solamente las icónicas pelucas japonesas tenían un valor de 7 mil dólares cada una y los kimonos rondaban los 20 mil pesos mexicanos.
Finalmente el costo de la producción ascendió a los 432 millones de pesos en esa época, por lo que era de esperarse que el nivel de exigencia sería igual de alto.
Ana Martín sufrió algunas lesiones al grabar “El pecado de Oyuki”
Según reveló la actriz mexicana, durante el rodaje tuvo que usar un chaleco de 40 kilos que era parte de su vestuario.
“Un chaleco normal, pero yo vi que estaba muy pesado y era arena, tenía arena adentro. Cuarenta kilos tenía. Me lo ponen, me ponen las quetas, o sea los zapatos, doy el primer paso... ¡suelo!”, mencionó Ana Martín.
Sin embargo, ese fue uno de los grandes esfuerzos que tuvo que hacer a lo largo del rodaje, pues al interpretar a una joven japonesa también aceptó estirar el área de sus ojos, una procedimiento que le ocasionó ciertos problemas de salud.
“Me ponían unos ‘apliques’ aquí (en las sienes), pero ‘hay que ir con el doctor’, entonces fuimos con un doctor y dijo ‘es que la piel sí aguanta esto, pero seis meses, no más’. Y parece que fue adivino, porque a los seis meses me empezaron a salir unas ampollas aquí, con el calor de las luces”, compartió la actriz en 2018.
Para recuperar esa zona de la piel, Ana Martín se realizó varios tratamientos con láser e incluso se sometió a una cirugía.
“Me estuvieron poniendo láser y láser, a ver si se me quitaba lo negro y a ver si se me prendía aquí la ceja porque la tenía aquí (abajo)”, agregó.
A pesar de todos difíciles momentos que atravesó Ana Martín para darle vida a su personaje, hoy día recuerda dicho proyecto como uno de los más emblemáticos de su carrera al igual que su fiel público, quienes décadas después aún la felicitan.
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