POR: MIREN VITORE MAGYAROFF
Quienes no son fanáticos de El señor de los anillos o esas grandes sagas ven a aquellos que sí lo son como gente rara, que se emociona con historias y personajes que existen en mundos lejanos a los nuestros. Y, muchas veces, quienes son fanáticos miran a aquellos que no los son como personas ignorantes, que no se dan cuenta que estas historias son reflejo de la humanidad, de las pasiones, sentimientos y errores que se han cometido durante la nuestra historia.
Sin embargo, hay momentos en que series y películas logran unir a esos mundos de fanáticos y no fanáticos alrededor de una historia, que dejan entrar a quienes no han seguido las sagas desde el principio y, sin el compromiso de volverse fanáticos o cosplayers, se sienten identificados o se enganchan con los personajes y a la historia que cuentan.
Así pasó hace más de 20 años (sí, 21 años ya) con las películas de El señor de los anillos de Peter Jackson. Los fanáticos pudieron ver plasmado en la pantalla lo que imaginaron al leer los libros. Era como si les hubieran escaneado su imaginación y la hubieran puesto en la pantalla. Todo era como lo tenían en la cabeza, ni un detalle de más o de menos: Jackson leyó a la perfección la mente de los fanáticos.
Por otro lado, surgieron nuevos seguidores, aquellos que fueron a cine por curiosidad, por recomendación, por cultura general, porque tenían un leve recuerdo de una serie animada que les gustaba o para pasar un buen rato comiendo palomitas y escapando de la realidad.
Los no fanáticos se encontraron con una historia con la que se podían identificar, a pesar de que el mundo de Tolkien tiene otros idiomas, magos y razas extrañas, pero la historia de codicia, política, relaciones, guerras, amores, odios y familias disfuncionales no está tan alejada de la vida real.
“El señor de los anillos está hecho desde el dolor, la lucha, las adversidades, pero al final siempre hay razones para creer que hay esperanza, porque el mensaje es que la amistad y la valentía, entre otros poderes, pueden ganarles a los tiempos oscuros”, dice Patrick McKay, uno de los creadores de The Lord of the Rings: The Rings of Power y fanático de Tolkien.
Quienes supieron llevar las casi siete horas que dura la saga (lo de Peter Jackson no es hacer películas cortas, solo hay que ver el documental de los Beatles)se hicieron fanáticos y hasta el día de hoy insisten en imitar la voz del Gollum.
A esto les seguirían las películas del Hobbit, también de Jackson, que consiguieron más adeptos a Tolkien y una verdadera comunidad, digamos que la de los anillos para no confundir con penosos momentos de la historia colombiana reciente.
Con todo esto encima, con viejos y nuevos fanáticos, este viernes se estrena una nueva serie, The Lord of the Rings: The Rings of Power, que pretende responder preguntas sobre una era que se trata muy por encima en los libros y en las películas: la Segunda Edad.
“Imaginen que les quitan su casa, su familia, su trabajo, lo que es realmente importante, ¿qué tan lejos son capaces de llegar para protegerlos? Esa es la esencia de esta historia”, cuenta John D. Payne, uno de los creadores de la serie y fanático de las historias de Tolkien.
No es por presionar a nadie, pero…
Viejos y nuevos fanáticos, así como curiosos tienen puestos los ojos en esta serie. De corazón quieren que esté a la altura de sus expectativas. Y es que la vara de Jackson está muy alta y los tráileres prometen continuar con ese nivel. ¿Pero alguien quiere pensar en los creadores?, ¿cómo pueden vivir con esa presión?
Para Patrick McKay no ha sido fácil desde el principio, porque uno de sus mayores críticos ha sido él: “No hay nadie que pueda presionarnos más que nosotros, porque esto significa mucho. No queremos decepcionar a nadie y es difícil vivir con eso, porque siempre estamos pensando que algo no es lo suficientemente bueno, que sería mejor si cambiáramos ciertos detalles. Eso es lo que hemos vivido durante cuatro años y medio”.
Y es que han trabajado todos esos años en la historia, con la pasión de un seguidor de Tolkien, pero la presión de hacer una serie que no defraude a nadie y que responda las preguntas de todos. También tienen la responsabilidad de presentarle el mundo de Tolkien a un grupo curioso, que quiere saber qué es eso de El señor de los anillos a ver si le invierten el tiempo a las películas y, por supuesto, a los libros.
“Para esta primera temporada queríamos explicar lo que era la Tierra Media, miles de años antes de la Tercera Edad: las sociedades, los reinos y sus habitantes son muy distintos a lo que hemos visto. Entonces queríamos mostrar cómo fue ese regreso de la oscuridad”, explica Payne.
Esa es la razón de ser de esta serie de El señor de los anillos, preguntas que los mismos creadores se hicieron y no pudieron responder. Por eso, además de confiar en su instinto, se asesoraron de quienes han dedicado su vida al análisis de Tolkien: “Tuvimos el privilegio de trabajar con expertos en Tolkien, que nos ayudaron a descubrir las pistas de las culturas que existían en la Segunda Edad. Tomamos esas pistas, y como no existe una literatura precisa, tomamos referencias históricas reales para crear los personajes, sin dejar la esencia de Tolkien”, recuerda Payne.
Así, con el entusiasmo de los creadores, que es el de un superfan que ya quiere que se revele el misterio, llega esta serie que mezclará a seguidores y curiosos, para que nadie se mire raro ni se discrimine, para lograr algo parecido a la unión de la Segunda Edad: “La Segunda Edad es increíble. Es una de las mejores historias que Tolkien nunca contó. Es la aparición de Sauron. Es la unión de los humanos y los otros reinos para derrotar a Sauron”, concluye Payne.