Irma Dorantes es de las divas mexicanas de la Época de Oro del cine mexicano, que siguen vivas y compartiendo anécdotas, como ha sido el caso de Silvia Pinal, Rosita Arenas, María Victoria y Elsa y Ana Rosa Aguirre; mientras otra figuras optaron por mantenerse alejadas de las cámaras como Yolanda Montes Tongolele.
La actriz de 87 años se mantiene alejada de los reflectores y mantiene una vida tranquila en Cuernavaca, Morelos; ocasionalmente visita la Ciudad de México para juntare con compañeras del medio o asistir como invitada especial a algunos eventos.
El próximo 21 de diciembre cumplirá 88 años.
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Es una de las últimas grandes estrellas de la Época de Oro, quien vivió una juventud llena de polémica, al iniciar un romance con la estrella del momento Pedro Infante, cuando ella tenía 16 años, y él, 32 años.
La pareja estuvo bajo la mirada pública hasta la muerte del ídolo mexicano, con quien tuvo a Irma Infante.
“En los cuatro años que viví a su lado, Pedro colmó todas mis ilusiones”, señaló Irma Dorantes, quien decidió retirarse de la actuación en 2014.
Historia de amor
Irma Dorante publicó un libro titulado Así fue nuestro amor, donde cuanta momentos especiales de su relación.
Fue en una de esas cintas que conoció a Pedro Infante, con quien se casó después de haber cumplido 19 años. Gracias a la popularidad que fue adquiriendo por sus actuaciones comenzó a tener ganancias más elevadas, al punto en que compró una casa para su mamá y ella.
En medio de su ascenso a la fama, se unió en matrimonio con el Ídolo de Guamúchil en 1953, quien le pidió que se retirara del cine, pues él quería hacerse cargo económicamente de ella ya que tenía la posibilidad; además, quería formar una familia con la actriz y acordaron que ella no estaría dentro del ambiente artístico si es que resultaba embarazada.
Fue así que Dorantes se dedicó por completo a su familia por tres años, alejándose por completo de los medios, hasta que en 1957 se vio forzada a regresar a la pantalla grande, pues Pedro murió.
“Antes de la boda, ya vestidos de novios, nos tomamos la foto de estudio. Hay una en donde aparecemos muy formales y serios, y otra en donde, muy por el contrario, nos vemos sonrientes, risueños. Esa me encanta. Lógicamente, no nos casamos por la iglesia. Mi anillo decía “Perrito” y el de él, “Ratoncito”, aparece en el libro.
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