La puesta en escena de Gina Montes marcó un precedente en el mundo artístico mexicano, su derroche de talento y movimiento de caderas el programa La Carabina de Ambrosio, dejaba por sentado que para ser una Vedette hay que tener clase y estilo para no rallar en lo vulgar, esas características las llevaba consigo Gina quien pagó un precio muy alto por el amor.
A los 19 años llegó a México desde su natal Brasil, más tarde se enamoró de un hombre que vivía en Nueva York, sin tenerlo previsto salió embarazada y decidió irse con el padre de su única hija. Sin embargo, las cosas no salieron como esperaba y según confesó en una entrevista de televisión vivió un embarazo con algunas complicaciones, por lo que tuvo que quedarse en Estados Unidos y perdió el permiso de trabajo que tenía en México.
“Mi carrera era todo para mí, fue muy doloroso dejar todo atrás”, confesó en alguna oportunidad.
“No me arrepiento, pero lloro porque extraño a mi público, extraño las luces, el escenario, es parte de mi raíz, al mismo tiempo no me arrepiento porque tengo una hija tan maravillosa, es amiga, compañera, sólo me ha dado satisfacciones”, relató.
A pesar de que la relación con el padre de su hija no avanzó Gina decidió seguir y como madre soltera sorteó su vida para sustentarse junto a su pequeña la querida bailarina trabajó como muchas migrantes: limpiando casas y bordando ropa hasta que un trágico suceso le volvió a cambiar sus planes de vida:
Cuando su pequeña apenas tenía dos años, Gina sufrió un accidente automovilístico que le lastimó uno de sus pies, esto la mantuvo en silla de ruedas práctica inmóvil, así permaneció durante dos años más
“En ese momento hay un cambio tan fuerte en mi vida que yo tengo que reinventarme, de ser bailarina, de andar de acá para allá con tacones, mi alegría de mi vida, me veo en una silla de ruedas con una niña chiquita y ahí viene mi lucha con mi práctica budista de volver a caminar”, confesó.
Si bien Gina Montes ya no se subía a los escenarios, nunca abandonó el baile, lo hacía en su casa con su hija, sin embargo, a partir de ese accidente todo cambió.
Gracias a las oraciones, su fe y fuerza volvió a caminar y a veces hasta usaba de nuevo zapatos con tacón, algo que amaba verdaderamente.
La vedette falleció el 27 de enero en Nueva York, se sabía que padecía diabetes y que desde hace un año su salud desmejoraba lentamente.