El 19 de septiembre de 1985, un sismo devastador sacudió el Distrito Federal, dejando un saldo de destrucción y tragedia. A 39 años de lo ocurrido, se conmemoran a aquellos que perdieron la vida en ese fatídico evento, entre ellos, Rodrigo González, mejor recordado como Rockdrigo, cantautor cuya carrera musical, que apenas comenzaba a despegar, se vio truncada pues el edificio en el que vivía colapsó durante el temblor.
Originario de Tampico, Tamaulipas, viajó a la capital del país con el sueño de convertirse en músico y a pesar de no contar con una formación musical como tal, poseía un talento innato para interpretar géneros como el blues y la milonga.
En 1984, a sus 34 años, Rockdrigo decidió autoeditar su música, grabando cassettes que vendía en mercados y bares. Su primera producción, titulada “Hurbanistorias”, contenía canciones que capturaban la vida cotidiana en la capital. Temas como “Estación del metro Balderas”, “Balada del asalariado” y “Perro en el periférico” reflejaban su visión única de la soledad y la urbanidad. A pesar de ser una persona sociable, como mencionó su hermana Elsa en el documental “No tuvo tiempo, la hurbanistoria de Rockdrigo”, su proceso creativo a menudo ocurría en la intimidad.
La carrera de Rockdrigo estaba en ascenso, tan sólo cuatro días antes se había presentado en un evento de La Jornada, pero todo se perdió cuando aquel 19 de septiembre se encontraba en su departamento en la calle Bruselas, en la colonia Juárez, junto a su pareja, Françoise Bardinet, una educadora de origen francés.
Ambos perdieron la vida durante el sismo, y sus cuerpos fueron identificados por Roberto Ponce, un compañero de andanzas musicales. Ponce recordó cómo, entre los escombros, se encontraron pertenencias de Rockdrigo, como su guitarra y sus gafas, aunque lamentablemente no se halló la libreta que contenía 300 de sus composiciones.
Rockdrigo dejó una hija de seis años, Amanda Lalena Escalante Pimentel, quien seguiría sus pasos dedicándose a la música y años más tarde se lanzaría bajo el nombre de Amandititita, la cantante quien ahora tiene 45 años, publicó un emotivo mensaje en redes sociales en referencia a la ausencia de su padre:
“Cada 18 de septiembre me empiezo a sentir extraña. Me cae una profunda tristeza. Porque el 18 de septiembre del 1985 fue mi última noche de infancia. Después tuve que volverme adulta, madre de mi madre. Abrazo a quien me comprenda”.
Rupestre: El éxito vino con la muerte
Tras su fallecimiento, la música de Rockdrigo obtuvo el reconocimiento que no había tenido en vida. Su cassette “Hurbanistorias” fue reeditado en formato de disco compacto, y su hermana, Genoveva González, como albacea de su obra, facilitó la publicación de tres álbumes inéditos: “El poeta del nopal” (1986), “Aventuras en el defe” (1989) y “No estoy loco” (1992).
En su estancia en la capital del país, creó el Movimiento rupestre, un fenómeno cultural y musical que se caracterizó por su enfoque en la protesta y la expresión urbana, utilizando letras que reflejaban la vida cotidiana y las realidades sociales de la ahora Ciudad de México.
El rupestre abarcó géneros como el rock, el blues y la música folclórica, mezclando ritmos tradicionales con influencias contemporáneas. Los músicos del movimiento buscaban crear un sonido auténtico que resonara con la vida urbana acompañado de letras que abordaban temas como la soledad, la lucha diaria, la pobreza y la alienación, reflejando las experiencias de los habitantes de la ciudad.
Aunque el movimiento rupestre tuvo una duración relativamente corta, éste fomentó una comunidad de artistas y seguidores que se apoyaban mutuamente. Se organizaban eventos y tocadas, lo que ayudó a dar visibilidad a sus obras y hasta la fecha su influencia perdura en la música mexicana contemporánea.