En un mundo donde la industria musical está dominada por grandes corporaciones e intereses políticos, la cantante australiana Iyah May se ha convertido en una de las voces que resalta por su valentía al desafiar las estructuras de poder que la rodean.
Esta intérprete ha captado la atención del público por su postura crítica y la letra disruptiva en la que aborda temas como la manipulación mediática, el poder de las farmacéuticas y la cultura de la cancelación.
Su tema “Karmagedón” se ha convertido en un himno para quienes se sienten hartos de las élites, los políticos y los medios de comunicación. La canción, que ha generado controversia, ataca de manera directa y sin censura a las grandes corporaciones y las fuerzas que, según May, manipulan a la sociedad a través de debates vacíos y una desinformación constante.
¿Decir la verdad, pero a qué costo?
No todas las reacciones que ha generado no han sido exclusivamente positivas. Iyah May se encontró con la negativa de su discográfica y el abandono de su manager, todo debido a que se negó a modificar la letra de su canción. Ese fue el precio que pagó por mantener la integridad artística en un sector donde el dinero y los intereses comerciales prevalecen por encima de los mensajes auténticos.
Al decidir mantenerse independiente, Iyah May se ha convertido en un símbolo de resistencia ante las presiones que muchos artistas enfrentan cuando sus mensajes no coinciden con lo que la industria considera “rentable”.
¿Qué es lo que dice “Karmagedón”?
Aunque algunos podrían no estar de acuerdo con las ideas que promueve la canción, es innegable que la propuesta de Iyah May resalta la importancia de respaldar proyectos musicales independientes que ofrecen mensajes valiosos como:
Virus creado por el hombre, observa morir a millones
El mayor beneficio de sus vidas
Aquí tienes inflación, ese es tu premio
Esto es Karmagedón
Enciende las noticias y cómete sus mentiras
¿Kim o Kanye? Elige un bando
Cultura de la cancelación, qué moda
Esto es Karmagedón
Es así que el caso de Iyah May también invita a la reflexión sobre cómo la industria musical está moldeada por intereses económicos que, muchas veces, niegan la posibilidad de que se difundan mensajes disruptivos que realmente puedan provocar un cambio social y que cada vez se preocupa menos por el talento.
