Cuando se habla de mezcal se piensa en una Chavela Vargas cantando y bebiendo en un bar del centro histórico de Ciudad de México en la época del florecimiento cultural de este país luego de la Revolución. Pero no hay que ser tan nostálgicos: de hecho, desde 2014 comenzó un revival allí mismo de la bebida de mano de los hipsters, para luego pasar a la florida propuesta local y de ahí a ser un patrimonio ancestral.
Y, por supuesto, para llegar a ser considerada una bebida artesanal y de lujo. Esto, a medida que florecían talentos como el de Enrique Olvera y otros grandes chefs mexicanos. Esto se extendió a toda Latinoamérica, en la medida que muchos creadores comenzaron a darse cuenta de los sabores propios para elevarlos en preparaciones que explorasen con texturas, elementos florales y también presentaciones innovadoras.
De ahí que licores como el Mezcal Montelobos sean tan exquisitos en su producción, y sobre todo, tan transparentes en su tracing. Creado por el biólogo y especialista en agave Iván Saldaña, este quería recrear también el balance de sabor de la planta espadín, precisamente. Y a Colombia ha llegado de mano del Grupo Campari para seguir deleitando a quienes aman este sabor ahumado y amaderado o mezclarlo en nuevas preparaciones.
Mezcal: un largo camino desde hace una década a través de la cultura
Si bien ya en México se estaban dando virajes hacia la introspección cultural (tal y como en toda Latinoamérica), es precisamente desde hace una década cuando se comienza a ver el mezcal como una alternativa más especializada al popular tequila, que ha sido comercializado bajo diversas etiquetas y producciones. Esto comenzó bajo producciones y marcas más pequeñas, siempre en círculos alternativos de clase alta que tenían lugar en Roma y Condesa en Ciudad de México, por ejemplo.
Pero, a medida que más industrias culturales comenzaron a mirar a lugares como Oaxaca, por ejemplo (rico en gastronomía y tradición ancestral en textiles, bebidas y preparados, para variar), el mezcal fue tomando otro cariz. De ahí, que comenzase a pensarse como una bebida menos masiva, aunque sí con los elementos de preparación tradicionales- que a su vez son sostenibles en cuanto a producción, disposición de recursos y comercio justo- para consumidores actuales, mucho más exigentes con el origen de lo que usan.
Este es originario de Santiago de Mazatlán, en el estado de Oaxaca, en México, más conocido como “la capital mundial del mezcal” y es hecho bajo la receta del antiguo oficio mezcalero y enaltecido por la búsqueda metódica de la verdadera perfección.
Montelobos muestra lo místico y artesano de la región con lo incluyente al mantener la integridad de formas tradicionales centenarias de transformar el agave en mezcal, que se han utilizado durante más de 500 años como los elementos en bruto que rodean a los palenques, sol, tierra, agave, madera, fuego y piedra-, en una búsqueda para mostrar los abundantes sabores del agave orgánico certificado de la más alta calidad.