Desde hace unos días, las carreteras de Guanajuato tienen nuevos filtros de control. La Secretaría de Seguridad y Paz, en coordinación con la Secretaría de la Defensa Nacional y la Guardia Nacional, ha instalado siete retenes permanentes como parte del programa Fortaleza Guanajuato: Blindar Fronteras.
El objetivo, según las autoridades, es detener el robo de vehículos, frenar el tráfico de armas y evitar la circulación de criminales en el estado.
Un cerco en las carreteras
Los retenes están ubicados en Ocampo, San Diego de la Unión, Apaseo el Alto, Apaseo el Grande, Moroleón, Pénjamo y Purísima del Rincón. También en Cerro Gordo, donde hay presencia del Instituto Nacional de Migración (INM), lo que indica que la vigilancia no solo se enfoca en la delincuencia, sino también en el tránsito de personas.
El gobierno estatal asegura que estos puntos de revisión cuentan con tecnología e inteligencia para inspecciones “no intrusivas”. Sin embargo, en los hechos, los retenes significan detenciones aleatorias, revisiones de vehículos y filas en las carreteras, lo que ha generado reacciones divididas entre quienes transitan diariamente.
¿Más seguridad o solo más controles?
El discurso oficial señala que este programa forma parte de la estrategia CONFIA (Coordinación Operativa de la Nueva Fuerza de Inteligencia Anticrimen) y que no afectará a la ciudadanía. Pero la experiencia en otros estados ha demostrado que estos operativos pueden derivar en revisiones sin criterio claro, detenciones arbitrarias y un aumento en la sensación de inseguridad en lugar de reducirla.
Los retenes han generado inquietud entre transportistas y automovilistas, quienes temen que estas medidas, lejos de garantizar seguridad, terminen afectando a quienes usan las carreteras para trabajar y moverse dentro del estado.
A pesar de la constante presencia de fuerzas federales y estatales, Guanajuato sigue siendo uno de los estados con mayor incidencia delictiva en el país, y hasta el momento los puntos de seguridad estarán por tiempo indefinido.