Aunque los tatuajes son motivo de discriminación en varios entornos, también son elementos esenciales para la identificación de cuerpos, principalmente con la escalada de violencia y hallazgos de cadáveres en fosas clandestinas en diferentes puntos de la entidad y colindantes. Peritos de Jalisco, apoyados por especialistas de Alemania, son pionero en el uso de tecnologías para identificar y reconocer tatuajes. Incluso, impulsan a nivel internacional un esquema de registro de figuras para que los datos puedan ser cotejados.
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Según datos de la plataforma de personas fallecidas sin identificar (PFSI) del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, existen registros de 2018 a la fecha de tres mil 826 cuerpos. De estos registros, dos de cada tres corresponden a cuerpos completos o segmentos anatómicos y en este grupo 45.8%, (mil 080 registros) tienen tatuajes que ayudarían a su reconocimiento.
Un grupo de expertos de la Universidad Goethe de Frankfurt acudieron a Jalisco a apoyar en las labores de reconocimiento de cuerpos. El grupo conformado por la doctora Franciska Holz, especialista en medicina forense; el doctor Cristoph Birngruber, director del departamento de medicina forense de la Universidad Goethe y el doctor Marcel Verhoff, del Instituto de Medicina Forense, junto con expertos mexicanos, lograron identificar tendencias y técnicas importantes sobre los tatuajes que ayudan en el reconocimiento.
Por ejemplo, se halló que el peróxido de hidrógeno (h2o2), es sumamente útil para revelar los tatuajes en cuerpos cuya evolución es avanzada y donde la piel comienza a amoratarse. En caso de que la piel esté muy deteriorada, las cámaras infrarrojas también han ayudado a revelar los trazos.
Del total de cuerpos que arribaron a la morgue y presentan tatuajes, 46.8% corresponden a hombres y 38.5% mujeres, siendo el grupo de 20 a 29 años de edad quienes mayor cantidad de figuras poseen en el cuerpo.
Sin embargo, pese al reconocimiento de los cuerpos y sus tatuajes, los especialistas reconocen que existen problemas con los tatuajes para categorizarlos, por lo que se implementó un sistema que se impulsa a nivel internacional para simplificar y categorizar dichas imágenes.
Las cosas por su nombre
En 2019, un cuerpo localizado dentro de una fosa clandestina presentaba un tatuaje en el brazo: la familia buscaba a una persona con una rosa para reconocerlo, pero en la base de datos aparecen miles de personas con flores. Peor aún, esta persona, al momento de realizarse su registro PM (post mortem), el perito identificó la flor como una dalia y no como una rosa. Pasó varios meses en la morgue antes que se aclarara la confusión.
Otro ejemplo: en 2018 se localizó en un terreno baldío el cadáver de una persona que tenía el tatuaje de un león en la mano derecha y así quedó registrada en la base de datos. Sin embargo, cuando la familia que realizó la denuncia de desaparición acudió a hacer el reconocimiento, se percató que no era la persona buscada, pues si bien era un león, se encontraba en una posición diferente a la del tatuaje de la persona desaparecida.
Esta disparidad de criterios y categorías complica el cotejo en las bases de datos. Un dato relevante del trabajo hecho por los expertos alemanes revela que 76% de los cuerpos con tatuajes presentaba letras y números; 33% una figura humana; 48% tenían un símbolo (esto es más común en las mujeres); 23% contaban con un símbolo de tipo religioso; 33.% tenían una planta y 31% un animal. El resto de los cuerpos con tatuajes identificables cuentan con algún objeto, ornamento tribal o geométrico, personajes de fantasía, cómic o demonio, entre otros.
La propuesta presentada por los expertos señala la necesidad de limitar y generar categorías universales para la identificación de los cadáveres, como una herramienta para el reconocimiento de restos humanos y facilitar la búsqueda dentro de las bases de datos de personas desaparecidas.
Entre los cuerpos de hombres, 56.4% tiene de dos a cuatro tatuajes, 27.8% tiene de cinco a 10 tatuajes y sólo el 15.8% tiene un solo tatuaje. La situación cambia en las mujeres, donde 51.6% tiene de dos a cuatro tatuajes, el 28.7% tiene un único tatuaje y 19.9% tiene más de cuatro tatuajes.
“Considerando la situación actual en México, se recomienda un mayor uso de los tatuajes para ayudar a identificar a personas fallecidas desconocidas. Dependiendo de las circunstancias individuales de cada caso, pueden usarse como un método de identificación independiente o complementario, o para priorizar investigaciones posteriores. En cualquier caso, la clasificación objetiva de tatuajes propuesta contribuirá a la normalización y mejora de la comparabilidad de los datos AM (datos antemortem) y PM (postmortem)”, cita el estudio desarrollado por los especialistas.
Importante extender los mecanismos de identificación
Entre los hallazgos encontrados por los expertos alemanes se reconoce que hay una gran cantidad de trabajo dentro del Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, pero un déficit de personal especializado y la base de datos sobre cuerpos es usada de manera efectiva.
Sobre la base de datos, pieza fundamental para la identificación y reconocimiento, mencionan que hay fallas en la estructura y homologación de criterios para el llenado, hay muy poco personal para insertar todos los datos y no hay un sistema o mecanismo automático para cotejar informes entre los datos de la base de PFSI y el de personas desaparecidas.
Además, se reconoce un problema: la identificación que se hace en Jalisco se concentra en un sólo tipo de prueba: la genética o comparación de ADN, cuando son análisis que tardan mucho en realizarse y tiene dificultades tomar una muestra adecuada por la división de cuerpos y hallazgos en fosas comunes.
“Hay una sobredemanda de pruebas genéticas que si bien son de los tipos de identificación primaria, tenemos otras pruebas como las dactiloscópicas o las odontológicas que son mucho más precisas y puntuales. De hecho, las pruebas genéticas son víctimas de su propio éxito, cuando también tienen un importante margen de error porque en muchos casos es deficiente la toma de las muestras, tampoco deberían considerarse como la verdad absoluta porque también contemplan un margen de error”, explicó Lorena Salvia, académica y experta forense.
A decir de la especialista, si bien las pruebas dactilares u odontológicas tienen la misma certeza -o más- que una prueba de ADN, en el caso de la dactiloscopia, no siempre las bases de datos biométricos (como el INE, SAT o bancos) se encuentra disponible para cotejo. En el caso de las pruebas odontológicas, aunque la ley obliga a los dentistas y especialistas a tener registros dentales, no siempre se realizan acorde a las normas y por ello no se pueden cotejar con las muestras tomadas a cadáveres.