Desde 1974, el 5 de junio de cada año se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Aunque es un día que incita a la reflexión y el análisis de nuestros hábitos de consumo, no es suficiente.
Para construir un mundo sostenible, es necesario actuar y plantear estrategias y soluciones desde el ámbito social, económico y político, no sólo desde el estrictamente medioambiental.
Al final, todo va correlacionado y el impacto de uno afecta a otro.
Es por ello que los objetivos que se plantean en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, integran temas de igualdad y equidad de género, erradicación de la pobreza, del hambre, garantizar el acceso a la educación, salud, bienestar, protección de la biodiversidad, gestión sostenible del agua y saneamiento, entre muchos otros.
Gran parte de la población cree erróneamente que el cuidado del medio ambiente se reduce a acciones como separar los residuos o cerrar la llave del agua.
De la misma manera, el análisis del impacto de la industria automotriz en materia medioambiental no puede realizarse sin sus implicaciones económicas y sociales.
Día Mundial del Medio Ambiente y la industria automotriz
Sin duda, es necesario transformar la movilidad desde distintos ángulos: infraestructura, inclusión, electrificación, tecnología, eficiencia, energías renovables, etc.
Sin embargo, el sugerir que todo se soluciona dejando de usar el automóvil es una idea simplista. Al final, las armadoras representan una importante inversión para poblaciones de todo el mundo, las cuales, generan empleos y reactivan las economías de las comunidades locales.
Hay dos objetivos de la Agenda 2030, el objetivo 7 y el 12, que ejemplifican los retos puntuales que tiene la industria automotriz en materia de medio ambiente.
El objetivo 7 propone garantizar el acceso a una energía asequible, fiable, sostenible y moderna para todos.
Propone aumentar considerablemente la proporción de energía renovable en el conjunto de fuentes energéticas.
Esto implica, por supuesto, menos contaminantes de combustibles fósiles, y promover la inversión en infraestructura energética y tecnologías limpias.
Con las actuales prohibiciones al diésel, la electrificación de los portafolios de los distintos fabricantes se ha acelerado.
Sin embargo, ¿es suficiente la compra de autos eléctricos en lugar de aquéllos impulsados por motores de combustión?
Para considerar que un producto es sostenible, es necesario que todos sus procesos, desde la extracción de la materia prima hasta la gestión de los desechos y el transporte final, también lo sean.
Esta parte está contemplada dentro del objetivo 12: garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles.
Este objetivo textualmente alienta a las empresas, en especial las grandes empresas y las empresas transnacionales, a que adopten prácticas sostenibles e incorporen información sobre la sostenibilidad en su ciclo de presentación de informes.
Es por ello que algunos fabricantes ya están convirtiendo sus fábricas y sus procesos en sostenibles, como es el caso de BMW y Porsche, prestando atención a toda la cadena de producción.
Para saber si un auto eléctrico es sostenible, es necesario preguntarnos:
¿Cómo fue la extracción de los minerales para las baterías, como el litio o el cobalto?
¿Qué sucede con una batería después de su vida útil?
¿Cuánta energía eléctrica se utiliza al momento de carga y a cuánto equivale en emisiones contaminantes? Finalmente, los combustibles fósiles siguen siendo nuestra principal fuente de energía.
¿Cuántas estaciones de carga están contemplando energías renovables, como paneles solares?
¿Cómo se reutiliza y se recicla cada uno de los desechos mecánicos y tecnológicos del automóvil?
Actualmente, la industria automotriz está creando estrategias para enfrentar los retos que plantea la problemática ambiental, aunado a los desafíos que presenta la nueva era tecnológica.
Como ciudadanos y consumidores, nos toca investigar y preguntar a las empresas sus avances en dicha materia, y ellos deben transparentar su información.
A su vez, debemos estar conscientes que también a nosotros nos toca implementar prácticas sostenibles de forma holística.
Estas prácticas comienzan desde nuestros hábitos de compra y de consumo, los desechos y desperdicios que generamos, nuestros hábitos alimenticios, nuestra contribución en la conservación de la biodiversidad, nuestro acatamiento a las distintas reglamentaciones ambientales, nuestro activismo político en materia ambiental, etc.
¿Qué opinas?