La transmisión es un elaborado sistema que se encarga de conducir la potencia desde el cigüeñal hasta las ruedas motrices.
Las hay de diferentes tipos y configuraciones, en función de la posición del motor (delantero, central o trasero; longitudinal o transversal), la ubicación de la tracción (delantera, trasera o integral) y la tecnología implementada (manual, automática, robotizada, CVT, o caja reductora -en el caso de los eléctricos-), así como sus variantes (secuencial o tiptronic, y doble embrague).
Actualmente, sus componentes ofrecen lubricación, sellado, estabilidad térmica, previenen la oxidación y el desgaste.
Transmisión CVT
La transmisión continuamente variable (CVT, por sus siglas en inglés), es un subtipo de transmisión automática. Esta caja, no utiliza engranajes sino un correa metálica articulada o cadena de láminas, y dos poleas (conductora y conducida) que ajustan su diámetro.
Existen muchas variantes poco conocidas de este sistema como el IVT, Rachet o hidrostática. Sin embargo, los dos tipos más comunes son la VDP (de poleas variables, considerada la «CVT normal») y la CVT-t (toroidal). La transmisión Toroidal requiere un aceite de tracción, diferente al de la CVT normal.
El punto más importante en el mantenimiento de esta clase de transmisión, es el aceite. Este debería tener anti-corrosivos, aditivos anti-espumantes, detergentes, dispersantes, anti-desgastes, anti-oxidantes, surfactantes, mejoradores de fluidez, acondicionadores de retenes y empaquetaduras, colorantes y mejoradores de índice de viscosidad.
Se debe utilizar el fluido correcto, recomendado por el fabricante y realizar un cambio oportuno entre los 20 mil y 40 mil kilómetros, o cuando el líquido se ha degradado (cambia su color a marrón).