El retrofitting, tal como se recoge en algunos sitios especializados, se refiere a la adición de tecnología o características nuevas, a sistemas viejos.
El concepto retrofit, que se emplea en diferentes industrias y mecanismos, ha sido adoptado en el mundo motor para hacer referencia a la conversión de un vehículo con tracción mecánica (como la bicicleta) o a gasolina (en el caso de autos y motos), en un sistema eléctrico.
Transformación energética
Estas adaptaciones pueden sustituir el mecanismo de propulsión o añadir otro, a fin de proporcionar diferentes configuraciones y prestaciones al producto final.
Este término, que aún no es particularmente conocido -ni siquiera entre los entusiastas de los autos-, podría suponer una alternativa viable a la transición energética, que avanza muy lentamente por los altos costos del mercado.
Si bien es cierto, que el retrofit supone ventajas por su bajo costo -comparado con las alternativas disponibles en el mercado actual-, la mayoría son ofrecidos como productos DIY (do it yourself, o hágalo usted mismo).
Instalación profesional
Entre las opciones de hacerlo uno mismo o comprarlo a los fabricantes tradicionales, algunas empresas han sabido aprovechar y vender la tendencia relacionada con reducir el consumo de combustible, contribuir al cuidado del medio ambiente y obtener beneficios fiscales.
La profesionalización de esta actividad (la adaptación de fuente energética) en nuestro país, se encuentra en un estado incipiente, por lo que existen muchas inquietudes por parte de los consumidores, relacionadas con la seguridad y el cumplimiento de la normatividad que pueden garantizar dichos proveedores.
A pesar de que en algunos países, los propios distribuidores automotrices llegan a ofrecer vehículos con “conversión previa”, en México todavía parece una opción lejana, pero que poco a poco podríamos observar con mayor frecuencia.
