Como en todo, no podemos generalizar. Sin embargo, es un hecho que, cuando alguien te observa, sea lo que sea que estés haciendo, es normal sentirte presionado. Si te pasa cuando manejas, no eres el único: muchas personas lo sienten así.
Al investigar las maniobras más difíciles, un estudio en Reino Unido reveló que efectivamente a las personas se les dificulta hacerlo bien cuando otros están mirando.
¿Te has percatado que una vez que un conductor ha cometido un error, comienza a cometer otros más? En lugar de solucionarlo, se siente cada vez más apenado, pero también más distraído.
¿Por qué?
Hay varias causas que provoca que una persona se sienta insegura al conducir. Porque al final es eso: inseguridad.
Como en todo, la experiencia y la práctica son los mejores aliados. Es como un examen: si estudias, te sentirás más tranquilo.
Sin embargo, es indispensable que no trates de aparentar. Si manejas por encima de tus límites te pondrás en riesgo y, peor aún, si de ti depende la vida de otras personas.
Por otro lado, el carácter tiene mucho que ver. Hay personas muy perfeccionistas y de personalidad nerviosa que fácilmente se sentirán tensas al respecto.
El enemigo secreto
¿Algunas vez has observado cómo funciona tu mente? El averiguar qué se originó primero, si el pensamiento ansioso o el miedo, es como descifrar el enigma del huevo y la gallina.
En realidad son las dos cosas. Cuando sientes una amenaza (en este caso el temor a no hacerlo bien), tu cuerpo se prepara para ello.
Liberas adrenalina, causando cambios fisiológicos evidentes, ¡estás listo para reaccionar! El problema es que no correrás a ningún lado: te quedarás en el auto.
Lo primero que tienes que hacer es darle a tu cuerpo la señal de que no hay amenaza, ¡porque no la hay!
¿Cómo logras darle otra señal? Primeramente, cambia la posición de tu cuerpo. Si notas que estás tenso, con tu cuerpo hacia el frente, relaja los hombros y haz exactamente lo opuesto.
Todo esto, por supuesto, conservando la posición correcta para manejar. Comienza a retener el aire y sacarlo lentamente.
Este tipo de respiraciones no tienen por qué notarse (por si piensas que es la clásica respiración del yoga).
Posteriormente, elige un pensamiento tranquilizador y repítelo una y otra vez. Por ejemplo:
«Tengo la capacidad de manejar esta situación de la mejor manera.»
«Conozco mis propios límites y eso es más importante que impresionar a alguien.»
Finalmente, si tú estás al control del volante, tú decides que tan rápido o lento quieres manejar. Siempre debes hacerlo en la forma que te sientas más seguro.
¡No te lo tomes tan en serio!
Es cierto que el conducir conlleva una responsabilidad, pero también puede ser una experiencia muy placentera.
Simplemente, mantén una buena comunicación con tu copiloto para evitar que éste se altere y te contagie.
Si es una persona en la calle la que te observa, te toca el claxon y no logras estacionarte en un espacio que se te dificulta, recuerda que es parte del aprendizaje.
Evita alterarte, ríete, tómalo de la mejor manera y recuerda que todos, en algún momento, pasamos por eso.
Si manejas todos los días, y llevas tiempo haciéndolo, ¡confía en ti!