Detrás de señalamientos como «se ponchan llantas gratis» y «respeta mi entrada y yo respeto su auto» hay justicia por propia mano.
¿Abandono del gobierno? ¿Incredulidad ante las instituciones? Quizá sea una motivación. Sin embargo, es necesario conocer primero la ley para actuar en consecuencia.
Por ejemplo, de inicio, no puedes obstruir ni apropiarte de la vía pública. La Ley de Cultura Cívica de la Ciudad de México establece lo siguiente:
Artículo 25.- Son infracciones contra la seguridad ciudadana
II. Impedir o estorbar de cualquier forma el uso de la vía pública, la libertad de tránsito o de acción de las personas, siempre que no exista permiso ni causa justificada para ello.
Para estos efectos, se entenderá que existe causa justificada siempre que la obstrucción del uso de la vía pública, de la libertad de tránsito o de acción de las personas sea inevitable y necesaria y no constituya en sí misma un fin, sino un medio razonable de manifestación de las ideas, de asociación o de reunión pacífica.
A su vez, es responsabilidad de los ciudadanos no obstruir entradas ni rampas de acceso, tal como establece el Reglamento de Tránsito de la CDMX:
VI. Rampas de acceso de vehículos, salvo que se trate de las del domicilio del propio conductor, siempre y cuando no se invada la acera o el tránsito de peatones.
Justicia por propia mano
«Sobre advertencia no hay engaño», la filosofía de muchos propietarios de algún inmueble. Desesperados por las reincidencias de otros ciudadanos obstruyendo sus entradas, optan por una amenaza igualmente inconstitucional.
En otras palabras, el famoso «ojo por ojo, diente por diente» se traduce en «tú no respetas mi propiedad, yo no respeto la tuya». Y sí, todos ciegos.
En estos casos, la forma legal de proceder el llamar a la policía de tránsito o a la grúa para que cumpla su función de llevarse el auto que no está acatando el reglamento. Ello son los encargados de poner la multa o la sanción.
Finalmente, el ponchar una llanta o dañar el vehículo implica un «Daño en propiedad ajena» y esto es un delito.
Si bien es cierto que esto es generado por la frustración ciudadana ante el sentimiento de desprotección del estado, es indispensable buscar formas de proceder dentro del marco de la legalidad.
Al final, cualquier país aspiracional tiene un acatamiento de las leyes por parte del gobierno y ciudadanía por igual.
Y tú, ¿has sido víctima o has acudido al «se ponchan llantas gratis»?