La vacaciones son momentos de alegría y felicidad… o por lo menos eso esperamos. Sin embargo, si lo analizamos detenidamente, muchas cosas inesperadas pueden pasar, siendo una de ellas el que la familia esté de mal humor o incurra en alguna pelea.
¿Es normal? Por supuesto que lo es. El que salgan de vacaciones no quiere decir que mágicamente se han convertido en personas entusiastas y liberadas de sus propias preocupaciones.
Por el contrario, siguen siendo las mismas personas con cansancio, hambre, estrés y frustración. Si es tu caso, lo peor que puedes hacer es enojarte con ellos. Porque, en realidad, quien se siente frustrado eres tú y lo que debes cambiar son tus altas expectativas.
¿Siguiendo el plan?
Está bien planear las vacaciones, sin embargo, no es un proyecto de trabajo. ¡Se supone que el objetivo es descansar y liberarse de todo ello!
Aunque la planeación puede ayudar a estructurar el viaje, no debe convertirse en un deber ser, puesto que cada miembro de la familia tiene su propia necesidad y definición de descanso.
¿Por ejemplo? Si viajas con tus papás o abuelos, posiblemente ellos se tomen las cosas con más calma.
Mientras que para ti es importante salir temprano a desayunar para aprovechar todo el día, para otros miembros de la familia puede ser más importante el dormir más tiempo.
¿El roadtrip perfecto?
Quizá te encante la idea de viajar en carretera e ir haciendo paradas en distintos lugares. Pero, si tienes niños pequeños o adolescentes, es probable que te encuentres con enojo, frustración o aburrimiento.
Pase lo que pase, no debes tomarlo personal. Quizá, indirectamente, es la rigidez del plan el que les provoca estrés y sofocación.
De esta manera, ten cuidado con echarles en cara lo mucho que has trabajado para que el viaje pueda realizarse.
Recuerda que, conforme pasan los días, todos se van relajando y adaptando al ritmo vacacional.
Te aconsejamos que, anticipadamente, preveas este tipo de situaciones, no por ser pesimista, sino para que cuidar tus expectativas de cómo deben ser las cosas.
Al final, es natural que haya peleas y discusiones, por lo que no es sano imaginarte las vacaciones perfectas.
Si hubo una cena o un momento en el auto en el que todos rieron, ¡disfruta eso! Confía en que, probablemente, será eso lo que recordarán.
Incluso es probable que, con los años, las peleas y los malos ratos sean recordados por la familia en tono de risa y broma.
Por ello, te recomendamos que te enfoques en cómo tú la estás pasando, ¡de eso sí eres responsable!
Más no puedes ni tienes por qué controlar las vivencias de los demás. Recuerda, si son vacaciones muy esperadas por ti, ¡que todo se te resbale!
Aprecia el camino, el paisaje, la buena música y aprende a fluir y valorar el encanto de los cambios de planes de último minuto.