¿Te ha pasado que si un automovilista se te cerró buscas la manera de rebasarlo únicamente para verle la cara? Quizá no necesariamente lo quieras rebasar, pero seguramente, si tienes oportunidad de saber quién fue, voltearás para mirarlo.
¿A qué se debe?
Las personas que se nos «cierran», lo hacen porque sienten protegida su identidad al interior del automóvil. Al perder su identidad personal dentro de un grupo, son capaces de hacer cosas que no harían en solitario.
¿Por qué? Las personas se desinhiben con mayor facilidad cuando están en una situación en la que «aparentemente» son menos responsable de sus acciones. ¿Te suena conocido los ataques anónimos en redes sociales?
Peor aún, como los conductores no tienen vías para comunicarse, esto aumenta su enojo, por lo que recurren a las reacciones más primitivas.
David Strayer, profesor de psicología en la Universidad de Utah, externó para CNN que el tráfico puede desencadenar en nosotros instintos primarios que evolucionaron en los humanos para promover la supervivencia.
A su vez, Leon James, profesor de psicología en la Universidad de Hawai, destacó que la impaciencia que se detona en el tráfico, lo que puede convertirse en resentimiento e ira. Y peor aún: creemos justificado el insultar y agredir a otros conductores.
Saber quién fue
Dicho lo anterior, es natural que el agredido busque desenmascarar al automovilista que «valientemente» se dio la atribución de agredir (y, en el peor de los casos, lo que buscará será agredirlo verbalmente). Indudablemente, el agresor no lo hace de forma personal, es decir, no es un insulto específicamente a «Juan» o a «María».
Simplemente, lo hace porque puede y se siente protegido por el automóvil, una atribución de poder que molesta a muchos agredidos. Sin embargo, es importante reiterar que es indispensable no engancharse en peleas viales.
Finalmente, nunca sabes cuándo te vas a encontrar a alguien que sí está buscando el pretexto para propiciar una pelea o un acto violento.
¿Cuál ha sido tu experiencia?