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Qué contamina más, ¿los autos o la carne? La cruda realidad

Una verdad que incomoda a muchos, pero que debe salir a la luz

El problema ambiental es serio. Aunque la industria automotriz está asumiendo el reto de cambiar los autos propulsados por motores de combustión interna por eléctricos, y los fabricantes persiguen el objetivo de ser neutros en carbono como lo establece el Acuerdo de París, esto no es ni remotamente cercano al impacto que tiene la industria del ganado a causa del consumo cada vez más alto de carne.

Si eres un purista apasionado de los motores de combustión, y además eres un asiduo consumidor de carne y de productos lácteos, lamentamos informarte que no te gustará lo que leerás en los siguientes párrafos.

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Qué contamina más, ¿los autos o la carne? La respuesta es contundente: la carne, y por mucho. Y como la cría de ganado también está destinada para la comercialización de productos lácteos, los lácteos también entran en esta categoría.

Lo más triste de todo, es que el consumo de carne está lejos de disminuir. Las Naciones Unidas ha proyectado un aumento en el consumo mundial de carne del 76% para 2050. De este porcentaje, el 69% corresponde a la carne vacuna y el 42% a la carne de cerdo.

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¿De cuánto impacto ambiental estamos hablando?

No sólo son las emisiones de gases de efecto invernadero las que preocupan de la ganadería. Es el agresivo impacto ambiental que éste ocasiona en su totalidad, como el uso de la tierra, la contaminación del agua y del aire.

Fue una investigación realizada por la revista Science y encabezada por Joseph Poore, de la Universidad de Oxford, la que confirmó lo que otros estudios habían arrojado con respecto al impacto ambiental del consumo de carne.

La diferencia es que este estudio analizó datos de casi 40 mil granjas en 119 países, contemplando 40 productos que representan el 90% de todo lo que se come.

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Entre los hallazgos del estudio, se encuentran los siguientes datos:

– La pérdida de áreas silvestres a la agricultura es la causa principal de la extinción masiva actual de la vida silvestre. Sin el consumo de carne y productos lácteos, el uso global de las tierras agrícolas podría reducirse en más del 75%.

– El ganado utiliza el 83% de las tierras de cultivo totales en el mundo y produce el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura.

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– La carne de res resulta en hasta 105 kg de gases de efecto invernadero por cada 100 g de carne, mientras que el tofu produce menos de 3,5 kg.

– El ganado vacuno criado en tierra deforestada produce 12 veces más gases de efecto invernadero y usa 50 veces más tierra que los pastos naturales ricos en pastoreo.

– Aún así, la carne de menor impacto es responsable de seis veces más gases de efecto invernadero y 36 veces más tierra que la proteína vegetal como los guisantes.

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Contaminación del ganado vs contaminación del transporte

Las emisiones de gases de efecto invernadero proveniente del ganado representan entre el 14.5% y 18% del total de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Por su parte, se calcula que al sector de transporte le corresponde el 14%, según datos de la EPA.

Pero tal como mencionamos anteriormente, el impacto ambiental del ganado no se reduce a las emisiones, sino a un deterioro ambiental más amplio. A su vez, el gas metano (que producen las vacas y la carne) es 23 veces más nocivo para el calentamiento global que el CO2.

La dieta a base de granos que reciben las vacas, en lugar de pasto, es uno de los detonantes. Además de que esto afecta su digestión, los granos podrían ser usados para alimentar a grandes sectores de personas en el mundo.

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Veganismo, ¿la solución?

Poore externó para The Guardian que la dieta vegana es la mejor forma de reducir el impacto ambiental, mucho mayor que comprar un vehículo eléctrico o viajar menos en avión. Sin embargo, no es necesario ser radicales y esperar a que todo el mundo se vuelva vegano.

Basta con que la mitad más dañina de la producción de carne y productos lácteos sea reemplazada por alimentos de origen vegetal, para obtener alrededor de dos tercios de los beneficios.

¿Cuál es un primer paso? Moderar el consumo. Para visualizar su impacto ambiental de una forma más gráfica, nos quedamos con la siguiente frase del investigador:

“Convertir el pasto en carne es como convertir el carbón en energía. Viene con un inmenso costo en emisiones».

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