Migración, un juego macabro: Entre serpientes y escaleras

Búsqueda. Para los migrantes, sobre todo centroamericanos, atravesar México para lograr su sueño americano se ha convertido en una travesía mortal

Keisdo Shimabukuro, Luis Ernesto Nava y Omar Iturbe son tres jóvenes mexicanos que hace seis años viajaron a la frontera sur para realizar un testimonial sobre la niñez migrante; sin embargo, se encontraron con una realidad mucho más compleja. Luego de aquella idea inicial, ahora había más historias que contar. Keisdo nos cuenta cómo ha sido el camino del documental Entre serpientes y escaleras, desaparecidos.

¿Quiénes participan de este documental y por qué el nombre?
Entre serpientes y escaleras es el título que abarca una serie de documentales sobre temas relacionados con la migración y Desaparecidos es la primera entrega. Creímos que existía una analogía perversa entre el juego de mesa clásico y la migración en territorio mexicano, así que agregamos el “entre”.
 

Participan tanto los afectados como expertos, quienes dan un contexto y un fondo en nuestra realidad; a lo largo del documental, hacen una “lectura” de estos testimonios.

¿Por qué eligieron el tema?
Marilyn Manson cantaba: “I don’t like the drugs (but the drugs like me)”. Y así fue para nosotros: no lo escogimos, el asunto nos escogió. Hace casi siete años nos involucramos en el fenómeno de la migración con la intención de hacer un documental sobre la niñez migrante. Nos dimos cuenta de que más allá de las historias —trágicas y muy válidas— de quienes emprenden el viaje —lo logren o no—, estaban aquellas de quienes no regresan… Luego vino la guerra contra el narcotráfico y advertimos que las dimensiones del fenómeno eran comparables a las de las guerras sucias en Latinoamérica. La diferencia: estas personas no tienen cara ni una causa política, sólo quieren una vida mejor.

¿Cuáles han sido los mayores obstáculos que han enfrentado?

Corriendo el riesgo de sonar poéticos, las mayores dificultades que enfrentamos fueron miedo, opacidad, indiferencia y voracidad. La voracidad de las productoras a las que nos acercamos con una idea, es decir, no les importaba qué sucedía, sino cuánto podían ganar; la indiferencia de las autoridades; la opacidad relacionada con lo que nadie quiere ver, y el miedo, por supuesto, el propio.

¿En qué cambió sus vidas? ¿Qué hechos los conmovieron de manera positiva?

Uno no se da cuenta de cómo estas cosas modifican la vida. De hecho, somos detractores de la idea “cambiar la vida”. No se trata de una revelación ni de una epifanía; nuestra realidad se amplió, no a la inversa. Sólo eso.

La tenacidad es el hecho que nos “conmovió”, en el mejor sentido posible. Madres que llevan un retrato al cuello —como llevaron su sentencia los condenados por la Inquisición o los “delincuentes” de la Revolución cultural en China— fueron quienes dispararon la paradoja: ¿por qué el Estado mexicano trata como delincuentes a quienes en todo momento, se supone, debió proteger?

A lo largo de casi siete años, hallamos una realidad que no aparece en ningún noticiario. No tuvimos opción. La alternativa se resolvía entre anclarnos en nuestros prejuicios clasemedieros o rendir tributo a los testimonios que los involucrados nos confiaron. Optamos por la segunda opción.

La sede
El documental Entre serpientes y escaleras, desaparecidos se presenta hoy jueves 26 de septiembre  en la sala 8  de la Cineteca Nacional (avenida México Coyoacán 389, colonia Xoco, delegación Benito Juárez, CP 03330, Ciudad de México) a las 19:30 horas.La entrada es libre, pero hay cupo limitado.

El objetivo
Keisdo Shimabukuro señala que “no hay mensaje final. El punto es tender puentes entre realidades. Quien vea el documental, generará una visión propia sobre el problema que planteamos. Pero el problema está ya planteado”.

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