José Luis Hernández, mejor conocido como El Demasiado, es uno de los luchadores exóticos más destacados del momento y, con motivo del Día Mundial de la Diversidad Sexual, compartió los prejuicios a los que se ha enfrentado dentro del pancracio.
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El veracruzano aseguró que aunque el deporte de los costalazos es uno de los más inclusivos, desarrollarse como exótico le ayudó a aceptarse como es y no tener miedo a nada, lo que le ha permitido triunfar.
¿Cómo vives el deporte siendo un atleta gay?
— Estoy en un deporte muy inclusivo entonces la diferencia sólo es la denominación que se da, luchadores exóticos, porque al final de cuentas la preparación es igual a la de cualquier otro luchador, por lo que no hay mucha diferencia. La lucha libre es muy inclusiva, es para hombres, mujeres, exóticos. Se nos divide por categorías como en cualquier de deporte.
¿Cuando iniciaste en la lucha libre ya te habías declarado gay?
— No, inicié como luchador de talla normal. Cuando comencé a luchar era un rudo y enmascarado, pero en el momento que decidí quitarme la máscara, los ademanes, las gesticulaciones y ese tipo de cosas, hicieron que me identificara como luchador exótico. Entonces lo único que hice fue darle vida a eso, a lo que la gente ya veía en mí. El público fue el que hizo que luchara como exótico.
¿Cuál fue tu sentir al ver que la afición te aceptaba de esa forma?
— Creo que fue parte de una terapia, porque el público me aceptó antes de que yo me aceptara. Esa parte me ayudó a que fuera menos dolorosa esa transición.
¿Aceptarte te ayudó en tu carrera?
— Sí, porque me dio mucho más seguridad, al final de cuentas ser como eres, el no tener miedo a nada, el quitarte los límites, el no ponerte barreras de todo tipo.
¿Cuando iniciaste tu carrera como enmascarado fuiste testigo de prejuicios contra los homosexuales?
— Sí, cuando uno es nuevo todo mundo quiere que te salgas de la luche libre, a eso añádele que también te van a hacer bullying. Todos pasamos ese proceso como de novatada, pero agrégale la parte en que te hacen bullying por tus preferencias, aunque al final de cuentas el respeto te lo vas ganando arriba del ring, demostrando tus habilidades y cualidades como luchador y se puede llegar lejos, no importan las preferencias.
Ya como luchador exótico, ¿qué prejuicios enfrentas?
— Creo que te enfrentas con el prejuicio de que muchos promotores de empresas creen que el luchador exótico es para abrir carteleras, cuando también pueden tener combates importantes.
¿Cómo toma la afición al luchador exótico?
— En lo personal, la gente nos brinda su cariño, ha hecho que este concepto de exótico no muera. A nosotros nos han recibido muy bien. Creo que somos del grupo de luchadores más queridos de los que hay. Las mismas mujeres llevan a sus esposos para que nos acaricien y nos abracen. Todo prejuicio se acaba en el ring.
¿Qué significa para ti el mes y la marcha del orgullo gay?
— Para mí es un día de fiesta, para celebrar que cada año vamos avanzando, que cada año vamos ganando terreno en todo tipo de situaciones, no nada más en el deporte, sino en la vida diaria. Ya no somos el bicho raro de la familia, de la escuela. Voy a la marcha porque se me hace un día de fiesta.
¿Fuera de la lucha libre has enfrentado rechazo o prejuicios?
— No, creo pensar que por el tipo de persona que soy, no me expongo a estar mucho en la calle, prefiero estar en mi casa. Sin embargo, cuando inicié mi carrera sí tuve compañeros que dijeron ‘yo con él no paso a hacer los ejercicios o no hago nada’. Los tiempos han cambiado, en aquel tiempo todo era más cerrado, yo crecí bulleado tanto por ser gordito como por ser gay.
¿Qué consejo le darías a las nuevas generaciones?
— Hace poco me mandó una carta un niño y dijo que me admiraba mucho. Tal cual dijo que algún día quería luchar con nosotros (los exóticos). Saber que hay niños que sueñan con ser luchadores exóticos me motiva mucho. Les diría que desde niños no tengan miedo, exprésenlo a sus papás. Si tienen alguna duda sobre su desarrollo no se queden callados, exprésenlo y crezcan sin culpas. Mi generación creció con mucha culpa y mucho dolor en el corazón. Creo que la generación que viene quiere cambiar, debe ser una generación más abierta. Simplemente vivan la vida y nunca tengan miedo de nada.