Bajo el marco: La gran oportunidad

René Sánchez nos habla sobre el paso de Jeremy Ménez con el conjunto de las Águilas del América y lo que representó su fichaje en comparación con una figura de los 90

Tuve la OPORTUNIDAD de verlo jugar muchas veces en la liga francesa, de narrar los partidos de sus equipos y siempre me quedo claro que tenía talento, que marcaba diferencia o que podía levantar grandes exclamaciones y recibir aplausos por sus habilidades con la pelota, pero al mismo tiempo siempre me preguntaba porqué no completaba los 90 minutos o porque no era considerado un titular indiscutible, incluso en la Selección de su país, de la que alguna vez formó parte.

Investigué en diarios franceses lo que se hablaba de él y lo analicé mas a fondo en cada duelo y no fue difícil, como para nadie lo es hoy, darme cuenta que carecía de espíritu de sacrificio, que no era un jugador convencido de que el esfuerzo le podría llevar a cosas grandes, que jugaba prácticamente cuando quería y que lo suyo no era ser solidario ni formar parte de un grupo dedicado a pelear por una sola meta, pero NO, eso nunca ha sido para Jeremy Ménez, que siempre buscó lucir individualmente y aún así, pese a su forma de ser, solitaria y silenciosa, su capacidad lo llevo a defender varias playeras importantes, como la del América, esa camiseta que muchos, aunque no lo acepten, quisieran vestir alguna vez, por su importancia, por su jerarquía, por lo que puede representar en una carrera corta pero muy redituable, una OPORTUNIDAD que Ménez dejó pasar como muchos otros grandes talentosos han dejado ir sin darse cuenta como aquel brasileño que vino a Coapa en los noventas, EDÚ, un joven zurdo, alto, espigado, que me tocó incluso enfrentar en la cancha BAJO EL MARCO del Atlante, y cuya técnica individual impresionaba, sobre todo con aquel preciso pase de “rabona” que le puso a Toninho directamente a la cabeza y que se convirtió en uno de los mejores goles de la historia, además ante Chivas y dando el pase a la gran final de la temporada 90-91.

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La diferencia es que a Edú si lo conocí en persona, no solo a través de la pantalla, pero como en el caso del francés, al sudamericano le faltó darse cuenta de lo que tenía en la manos, o mas bien dicho en sus pies y lo desaprovechó increíblemente, por su indolencia, por su desinterés, una historia que seguramente todos ustedes dirán que se ha repetido en otro equipos y en otras épocas con diferentes nombres, con mexicanos o extranjeros, lo que no reduce mi tristeza ni mi decepción, sobre todo como un gran apasionado del futbol, al ver como algunos tan capaces pueden desperdiciar la OPORTUNIDAD de tener éxito, algo que debe servir y seguramente así esta sucediendo, como ejemplo para los jóvenes futbolistas o atletas que poseen talento suficiente para llegar a brillar en el futbol o en el deporte en general, siempre y cuando lo acompañen de una gran actitud, de total convicción, de ambición positiva y deseos de superación, esperando pacientemente por esa gran OPORTUNIDAD que en ocasiones solamente llega una vez…

¿Y saben qué?…Es la única manera…

 

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