Han pasado 27 años desde el día que el máximo referente mexicano en el boxeo, Julio César Chávez inmortalizó su nombre en el Estadio Azteca al pelear ante el estadounidense Greg Haugen, en un combate que generó demasiada expectativa en territorio mexicano para ver al mejor boxeador mexicano.
Sin embargo, un aspecto que robó los reflectores a la pelea de Julio César Chávez fue la compañía con la que saltó al cuadrilátero aquella noche. Pues dentro del equipo que respaldaba a Chávez, se encontraba Francisco Arellano Félix, quien era uno de los narcotraficantes más buscados en aquella época y con quien el pugilista mexicano mantenía una gran amistad.
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El entonces líder del Cartel de Tijuana, estuvo presente en el Estadio Azteca aquella noche y Julio César Chávez explicó esos detalles en su libro ‘La verdadera Historia’.
“Pancho Arellano Félix ya tenía problemas con la justicia y venía en la bola con nosotros, vestido de etiqueta y con una peluca; no le importó ser visto en televisión a nivel mundial al lado del campeón. Del vestidor al túnel recorrimos aproximadamente diez minutos caminando”, explicó Julio César Chávez.
Además, el boxeador mexicano contó que en más de una ocasión se había reunido con Arellano Félix e incluso tuvo peleas en una discoteca en Sinaloa que pertenecía al líder del Cartel de Tijuana en aquel entonces y explicó cómo poco a poco fue conociendo a profundidad a Francisco Arellano.
“Pancho Arellano era un empresario de Mazatlán, no tenía negocio con el narcotráfico de manera directa. Lo que quiero decir es que no traficaba con droga, ni tampoco era identificado como un capo de la mafia. Era visto como un hombre de negocios prolífico, incluso, recibió reconocimientos de distintas cámaras empresariales por los espectáculos que presentaba en Mazatlán con los cantantes del momento. La gente lo quería mucho, por lo que yo me pude dar cuenta, pues le ayudé a armar donde pelearía mi hermano. Recuerdo que Pancho Arellano manejaba un automóvil blindado marca Cougar, de la Ford, con un teléfono integrado. Nunca estaba solo, siempre se le veía acompañado por lo menos con dos escoltas. Yo no me chupaba el dedo y sospechaba que quizás estaba lavando dinero o tal vez sus hermanos le proporcionaba tal seguridad por su protección por llevar el apellido Arellano Félix”, relató JC Chávez.