Hace unos días comenzó a circular en redes sociales la fotografía de una mujer que acude a la escalinatas del World Trade Center, en la Ciudad de México, para darle clases a un niño de ocho años, hijo de una vendedora de dulces, esta historia comenzó hace cuatro años y sus protagonistas son: Lucía, su hijo Brandon y Elena.
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Elena trabaja por esa zona por lo que era frecuente ver a Lucía mientras vendía dulces en una pequeña caja, siempre acompañada de su hijo, por lo que un día decidió acercarse con ellos y ofrecerles ayuda.
“Elena veía a mi niño y un día nos preguntó que si no queríamos que nos ayudara con algo, eso fue hace cuatro años; también me preguntó que si iba a la escuela, le dije que no porque apenas tenía tres años, después mi niño estuvo un año en el kinder y ahora ya va en tercero de primaria”, explicó Lucía, quien migró desde hace más de 10 años de Oaxaca a la Ciudad de México.
Todas las tardes Elena llega a a platicar con ellos, le lleva materiales didácticos a Brandon, lo ayuda con sus tareas o simplemente juega con él.
Relató que la primera vez que habló con Lucía la vio con mucha desconfianza, porque no es común que alguien le hiciera plática.
“La reacción de la familia fue de desconfianza, pero me los fui ganando; le dije que mi intención era ayudar al niño con lo que yo pudiera, llevarle juguetes, en esa época Brandon no hablaba bien el castellano, pero con los cuentos que le venía a leer lo fue aprendiendo y convencí a Lucía de inscribirlo a la escuela, porque uno de sus miedos es que se burlaran de él por no hablar bien español, pero superada esa barrera ahora cursa el tercer año”.
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Venimos a este mundo a compartir
Elena dice que jamás se imaginó que la foto que se compartió en redes sociales llegara a tanta gente, pero considera que esto puede ayudar a que más personas se solidaricen con los demás.
“No me esperaba esta reacción en redes sociales, yo no tengo Facebook, está padre que se cuente esta historia, pero más allá de que se conozca, quisiera que más gente participara en este tipo de acciones sociales, como yo las llamo; varias personas me han preguntado que cómo me pueden ayudar o que si pertenezco a una asociación, pero esto lo hago por mi cuenta, con el apoyo de mi esposo.
“Esto que yo hago todos lo pueden hacer en su colonia, en el mercado, en la iglesia, hay muchos niños a los que se les puede ayudar; me gustaría que este tipo de acciones se ampliaran, es una ayuda de corazón, creo que al final venimos a este mundo a compartir lo mucho o poco que tenemos”.
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