Los Ángeles, 1 nov (EFE).- Un altar dedicado a los pequeños inmigrantes muertos en el cruce de la frontera de EE.UU. con México o en centros de detención recuerda este viernes desde un cementerio de Los Ángeles que las políticas migratorias de la Casa Blanca «matan niños».
El altar decorado a la manera tradicional mexicana con las flores cempasúchil, calaveras de azúcar, muñecas de trapo, banderas centroamericanas y fotografías de siete criaturas fue instalado en el atrio del mausoleo del cementerio El Calvario del Este de Los Ángeles, California (EE.UU.).
«El altar hecho a los niños muertos cruzando la frontera o en los centros de detención lo pensamos dedicar para llamar un poco la atención sobre este problema», dijo a Efe Sandra Martínez, de 55 años, promotora de esta iniciativa.
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La iniciativa del ministerio «Cristo Vive» de la Parroquia San Carlos Borromeo del Norte de Hollywood es para celebrar, según el santoral católico, el «Día de todos los santos», en el que también se honra a los niños fallecidos y que antecede al Día de los Difuntos (2 de noviembre), que en México se llama Día de Muertos y tiene características especiales por el sincretismo entre los ritos católicos y los de las culturas precolombinas.
«Estos niños han formado parte de nuestras comunidades, nuestras familias, son niños que nunca vamos a volver a ver», se lamentó Martínez, originaria de México.
El altar, confeccionado por cuatro colaboradoras, también está ornamentado con calaveras de lata, catrinas (mujeres con cara de calavera) de cerámica, cruces de madera y «una jaula como las que usan las autoridades fronterizas para encerrar niños».
Con pesar, Martínez expresó que los chicos muertos «que fueron noticia», en los Estados Unidos «pudieron haber ido a la escuela, crecer» y llegar a ser «buenos profesionales».
Los niños que aparecen en la galería fotográfica simbolizan a todos los menores muertos por no tener un documento para entrar al país sin peligro.
«¡No llegamos a USA papito, pero sí llegamos al cielo!», dice una frase escrita sobre una foto de gran formato a la cabeza del altar, con los rostros hundidos en el río Bravo, de Valeria Martínez, de 23 meses, y su padre Oscar de 25 años, originarios de El Salvador.
Ambos murieron ahogados el 23 de junio pasado en esa frontera natural entre Texas y el estado mexicano de Tamaulipas.
Martínez dijo a Efe que el altar es también un abrazo para los padres de familia.
«Sus niños están en los brazos de Dios» y deseamos que sientan «tranquilidad en el corazón y que se sientan reconfortados».
Otra de las fotografías es de Jackelin Caal, guatemalteca de 7 años, quien bajo custodia de agentes de la Patrulla Fronteriza en Nuevo México, falleció de «shock séptico» el 8 de diciembre de 2018.
Gurupreet Kaur, de 6 años, niña originaria de India murió por calor extremo en junio de 2019 en el desierto de Arizona.
Mariee Juárez, de menos de 2 años, falleció a causa de una infección respiratoria en mayo de 2018, después de ser liberada con su mamá de un centro de detención en Texas.
Wilmer Ramírez, de 2 años y nacido en Guatemala, pereció de neumonía el 14 de mayo pasado en Texas, después de ser detenido junto a su madre.
«Estos niños nos están recordando a nosotros que son nuestros angelitos ahora, ellos vivirán en nuestros corazones», declaró a Efe Mario Torres, párroco de la iglesia Santo Tomás Apóstol en Los Ángeles.
Los chicos «nos van a inspirar para seguir luchando por la justicia para todos los inmigrantes», agregó.
Otros niños difuntos que se recuerdan en el altar son la salvadoreña Darlyn Córdova, de 10 años, quien falleció de complicación cardíaca en septiembre de 2018 cuando era custodiada por patrulleros fronterizos texanos.
El guatemalteco Felipe Gómez, de 8 años, murió por una infección bacteriana el 24 de diciembre de 2018 cuando estaba en detención por agentes de frontera estadounidenses en Nuevo México.
Y Juan de León, de 16 años, originario de Guatemala, falleció por infección cerebral el 30 de abril pasado, cuando estaba en un albergue del Gobierno en Texas.
El altar «representa que estos niños han muerto en este mundo; pero, para Dios ellos siguen viviendo» y «nos recuerda que hay que seguir luchando por esos derechos que los inmigrantes merecen», dijo Torres.
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