Cuando hablamos de la popular telenovela Quererlo todo, de seguro recordamos el amor apasionado y prohibido entre Mateo y Valeria, interpretados por los afamados Danilo Carrera y Michelle Renaud respectivamente. Pero si algo demostró esta súper producción es que el amor rara vez fue el protagonista.
Esto se debe a que en la hacienda La Noira, el rencor, la codicia, la maldad, y la venganza eran el pan de cada día para una familia que se disputaba la herencia del difunto Don Patricio Montes.
Fue la actriz Scarlet Gruber quien le dio vida a la ambiciosa y manipuladora Sandy, uno de los personajes que, a pesar de su dulce aspecto, era capaz de las acciones más crueles y desalmadas con tal de obtener lo que quería.
Sandy era una jovencita con aspiraciones de grandeza que no pretendía mantener una vida de pueblerina.
Al enterarse de que su novio Mateo era uno de los herederos de la fortuna de los Montes, decide mover cielo y tierra para casarse con él y cambiar la actitud humilde y pacífica de su esposo para que luche por la herencia de Don Patricio.
La maldad de Sandy en Quererlo todo
Cuando Valeria duda que Sandy estuviese esperando un hijo de Mateo, la joven la confronta acusándola de estar obsesionada con quitarle su esposo, y alegando que ella era una buena persona, aunque la forma de hablar demostraba enojo e intolerancia hacia Valeria, incluso admitiendo que ya no la aguantaba.
Cuando Valeria le dijo que ella también era una buena persona, Sandy le exigió que lo demostrara, pero al responderle que si alguien debía demostrar algo era ella y su supuesto embarazo.
Sandy se enfureció y de una bofetada sorprendió a Valeria.
Esta no pudo defenderse y aguantó el deseo de devolver el golpe, pero Sandy no se lo puso nada fácil, acusándola de querer robarse a su marido porque la odiaba.
“No te metas conmigo, Valeria…te lo advierto”, mientras su carácter se descontrolaba más cada momento.
Quererlo todo: infiel y manipuladora, la verdadera personalidad de Sandy
Sandy no salía de su duda al enterarse que estaba embarazada, y no era por no desearlo, sino por desconocer si ese niño era el fruto de una noche apasionada con su esposo Mateo o de la infidelidad con Leonel, el hijo del difunto Don Patricio.
Cuando un doctor de confianza le dijo de manera burlona que las probabilidades eran de 50 y 50 para saber quién sería el padre del bebé.
Sandy dejó ver su verdadero carácter y respondió: “lo mejor es que no importa cuál de los dos sea el padre, igual mi hijo será el heredero de una gran fortuna” mientras sonreía por lograr su cometido.
La manipulación era otra arma que sabía usar muy bien esta mujer, demostrando que las reglas del juego siempre las pondría ella, aun en las peores circunstancias.
Lo demostró cuando fue confrontada por su esposo Mateo por saber que ella le había sido infiel con Leonel y que era él el verdadero padre del niño que esperaba.
Sin ningún tipo de vacilación o miedo, Sandy le respondió que estaba equivocado y ella lo iba a demostrar, pues no tenía nada que esconder.
De inmediato Mateo sugirió una prueba de ADN para aclarar finalmente de quién sería el niño, a lo cual Sandy no vaciló en aceptar, con la única condición de que debían asistir a la boda de Leonel y Valeria y que entrarían juntos como marido y mujer, una jugada audaz de la siempre malvada Sandy.
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