El oficio del pajarero, conocido también como “Los pajaritos de la suerte”, es una ancestral y mexicanísima tradición que se niega a desaparecer gracias al cariño y al tesón de quienes lo ejercen.
En el país son contadas las personas que se dedican a esta colorida labor, en la que el personaje principal es un pajarillo entrenado para salir de su jaula y con su pico seleccionar un papelito en el que viene inscrito un pensamiento que señalará “la suerte” de las personas.
Conoce su historia
Es en una de las céntricas calles del Pueblo Mágico de Tlaquepaque, Jalisco, al occidente de México, donde estos personajes se encuentran distribuidos.
El pregón de quien ejerce el oficio de pajarero es muy singular. Su grito y singular labia atraen a parejas de novios, esposos, personas de edad avanzada, adolescentes y hasta niños.
Las coloridas jaulitas adornadas y en cuyo interior se encuentran dos pajaritos, listos a la convocatoria del “pajarero” para salir a trabajar sobresalen en este perímetro de Tlaquepaque en donde algunos miembros de la familia Avilés Casillas llevan años ejerciendo el oficio.
La sesión, es decir, la lectura de la suerte tiene un costo de 10 pesos que con gusto y curiosidad desembolsan turistas y curiosos.
Y son “El chimino” o “El gurrumino”, los pajarillos encargados de seleccionar el papelito de la suerte de entre los cientos que les entrega un “astrólogo”.
En un recorrido realizado por las calles de este poblado jalisciense, se nos informó que algunos integrantes de la familia Avilés Casillas son quienes ejercen el oficio de pajarero.
La líder de esta tradición es doña Dolores Casillas, una agradable mujer que está cerca de cumplir 100 años de edad y que desde hace 90, se dedica a este oficio.
“Yo nací en 1921, dice aún muy lúcida la señora Dolores, y desde los 10 años me dedico a este trabajo. De chamaquita me fui a radicar a la Ciudad de México a vivir con una hermana.
Evocó que fue el primo de una amiga quien le enseñó a educar pajaritos y desde entonces lo aprendió, “me regresé a Guadalajara para comenzar a trabajar en ello”.
Dijo que con el tiempo ella le enseñó a su esposo a aleccionar pajaritos y de ello viven.
Subrayó que desde niña adora a los pájaros, pues los considera unas aves sumamente inteligentes y cantan muy bonito.
“Yo los amo, son muy inteligentes. Ellos tocan la campana, se toman la copa, besan la novia, bailan y entregan los papelitos”, dijo doña Dolores.