El cenote Nohoch Nah Chich es la entrada al río subterráneo más largo del mundo, el sistema Sac Actun, cuya formación natural localizada a pie de la carretera Federal 307 en el kilómetro 240, representa una de las zonas más bellas bajo el agua de la Riviera Maya y se puede conocer gracias a Jungla Maya.
Las cavidades que se originan por la filtración constante de agua a través de la plataforma de piedra caliza que lo cubre, fueron consideradas por los mayas como sagradas y hoy en día, son destinos obligados para el turismo nacional e internacional.
De acuerdo con los guías del lugar, Nohoch Nah Chich fue descubierto en 1988 y hasta la fecha, es conocido por su bello pasaje subacuático. Este sistema de cuevas y ríos subterráneos conecta con el Mar Caribe. Para indagar más a fondo este lugar, se necesita mucho valor y un equipo de buceo.
Fueron poco más de tres años de exploración, misma que inició con la premisa de que se trataba de dos ríos diferentes, no fue así, todo estaba conectado. Al final, los resultados arrojaron casi 154 kilómetros de longitud y una profundidad máxima de 72 metros; la corriente fue agrupada como sistema Sac Actun y se convirtió en la más extensa del subsuelo en el mundo.
Se encontraron además en su interior 111 cenotes, muchos de los cuales hace millones de años eran sólo cuevas secas, y los espeleobuzos localizaron también restos del hombre temprano, esqueletos de animales del periodo cuaternario y restos humanos de más de 10 mil años.
Para poder llegar a él, hay que adentrarse primero en la selva, para lograr esto, se debe abordar un Unimog, en esos momentos no escuchas otro sonido más que el rugir del motor, ante la velocidad y el camino rocoso, todo tu cuerpo comienza a vibrar, tal vez de emoción, tal vez por el vehículo de tracción.
Algunas ramas te rozan la cara y la adrenalina se incrementa junto a la velocidad y los latidos de tu corazón. Bajas del 4×4 y ante ti, la imponente jungla, tu campo de visión se reduce de inmediato, sólo hay un sendero.
Sigues caminando, las espesas copas de los árboles te permiten ver entre algunas de sus hojas el cielo y varios puentes colgantes, si bien, la vista es bella, preferible observar al frente, podrías encontrar un Chechén, aquel árbol que te quema al tacto.
Estás ya en territorio desconocido, hogar de una comunidad maya, por ello, deberás ducharte y eliminar cremas, protector solar y demás repelentes que te habían permitido pasar desapercibido para los mosquitos. Esto, para no contaminar el agua, ese líquido vital que está oculto, abraza y mantiene viva la jungla.
El primer escenario que se te presenta es el rancho Yaxmuul, propiedad de Doña Rafaela y que posee una piscina natural subterránea, subraya el guía maya Paulino Poot, para su acceso, debes hacer 12 metros de rappel. Por un momento no ves bien; sin embargo, tus ojos no tardan mucho en acostumbrarse a la oscuridad y puedes distinguir el agua cristalina y hermosas formaciones geológicas.
Tras el refrescante chapuzón comienza la aventura. Los moscos, el calor y el complicado camino han quedado atrás, ahora sólo eres tú y la brisa, las hojas de los árboles acompañan tu paso, de caminar sobre la selva ahora te sientes parte de ella.
Como un mono araña, cruzas de un lado a otro por encima de la jungla, saludas a los árboles, todo parece tan pequeño y a la vez, la flora se hace infinita. Ese viaje lo vives no una, sino varias veces, la última tirolesa es la más refrescante y la que te devuelve a la tierra, o en este caso al agua, puesto que acuatiza en un cenote, has llegado a Nohoch Nah Chich (Gran casa de aves).
Se trata de la entrada principal al río subterráneo más largo del mundo: el sistema Sac-Actun, que ha sido explorado a lo largo de sus cerca de 200 kilómetros de longitud. Se dice, que hay que entrar a la oscuridad para encontrar la luz.
Así pasa, una vez dentro descubres un nuevo mundo, encuentras asombrosas y fascinantes estalactitas y estalagmitas, las cuales llevan “habitando” y “creciendo” ahí desde hace cientos, miles y hasta millones de años.
Todo desaparece por unos instantes. Nadas. La oscuridad es tan fuerte que te oprime el pecho. Todo es tan sombrío que sientes hasta la soledad de las formaciones rocosas. La opresión vuelve. Te encuentras en la garganta de esa caverna que está a punto de consumirte; 72 kilómetros de profundidad máxima, lo más grande se come a lo más pequeño y todo se hace inmenso. Sigues nadando.
Un rayo de luz te permite recordar que no estás solo, así que te dejas llevar, el agua dulce te cubre y la corriente hace su deber. Reapareces en Nohoch Nah Chich. Has recorrido solamente poco más de un kilómetro de Sac-Actun, que está constituido por más de 100 cenotes.
En esa red de aguas conectadas hay una gran vida marina, sólo los más aventureros la han encontrado. También hay restos humanos de más de 10 mil años, esqueletos de animales del pleistoceno. Este sistema colosal aún es explorado por buzos especializados.
Jungla Maya te despide con una comida típica de platillos elaborados con recetas tradicionales, sopa de verduras, arroz, frijoles, tortillas hechas a mano, chayitas, agua de jamaica y tamarindo.