Para impulsar su uso mediante un modelo sostenible, el mexicano Diego Cárdenas decidió retomar un modelo de 1890 elaborado con bambú y crear Bamboocycles, como una «respuesta a las condiciones sociales que sufrimos a nivel mundial».
«Es costoso romper montañas para buscar minas o fundir piedras para obtener metales; el bambú crece continuamente y en grandes cantidades», cuenta a Efe este diseñador industrial sobre sus bicicletas, las cuales empezó a construir en 2007.
El bambú, explica Cárdenas, resulta en una opción ligera y suave que es «dos veces más fuerte que el acero» y que absorbe «cuatro veces más vibración que la fibra de carbono».
La evolución de la bicicleta comenzó con la primera construida con madera en 1817 por el alemán Karl Dreis; en la Revolución Industrial (a partir de 1820), el metal sustituyó a la madera, y tras la II Guerra Mundial (1939-1945) se pasó a los plásticos.
En la fábrica de Cárdenas, cada bicicleta es hecha a mano en un 85 % de bambú, procedente del suroriental estado mexicano de Yucatán, con acero para las uniones y conexiones, así como fibra de carbono y barniz para proteger los materiales.
Tras un delicado proceso de selección, el bambú se somete a una fase que endurece los azúcares de su superficie como una especie de recubrimiento y lo deja listo para recibir los últimos acabados, todo mediante procesos naturales, explica.
Bamboocycles, la bicicleta de bambú de Cárdenas, fue el resultado de su necesidad de trasladarse por la ciudad sin auto, además de una investigación académica, un viaje a Europa y el conocimiento sobre el bambú adquirido en un curso de verano en Francia, comenta.
En 2007 armó su vehículo y la inesperada respuesta de la gente lo impulsó a iniciar su negocio en 2010 con el objetivo de crear conciencia en movilidad.
Cárdenas dice que siempre se adapta a las necesidades, gustos y exigencias de cada uno de sus clientes que buscan comprar esta bicicleta, «un medio de transporte que lleva la naturaleza en cada pedaleo».
«Ahora buscamos ahorrar y ser autosuficientes. No comprar y fabricarlo le da otro valor a las cosas: aprendes, realizas, utilizas y hasta reparas», relata.
Llega a producir hasta 30 bicicletas al mes, la tercera parte de las cuales se fabrica durante los talleres que imparte, tanto en la capital como en otros estados de México.
Ofrece bicicletas «entrenadoras» sin ruedas y la «Chamaco» para niños de 6 a 12 años que se venden entre 2.900 a 8.900 pesos mexicanos (de 163 a 501 dólares).
El catálogo se extiende a la «Street» (calle) y la «Cruise» (Crucero), en su versión para mujer, aptas para rodar por la ciudad; las de «Ruta» y la «Campo traviesa» para caminos complicados, y la nueva de «Carga» , que oscilan entre 14.900 a 30.000 pesos (entre 838 y 1,687 dólares).
Sobre las ventajas que ofrece la tecnología, Cárdenas considera que la única puede ser «la accesibilidad» y asegura que ya prepara su propia versión de bambú porque el objetivo siempre es que las personas se bajen del automóvil.
Bamboocycles tiene sede en México y distribuidores en Francia, Bélgica y Alemania, hace envíos a Estados Unidos y entre sus planes tiene montar una fábrica en El Congo y un proyecto social en escuelas rurales para disminuir el tiempo de traslado de los estudiantes.
«Puede que la ciudad se prepare con programas e infraestructura, pero la sociedad no. Entre más ciclistas hay, más visibles y entre más visibles, mayor conciencia social como parte del proceso de adaptación de la sociedad a esta minoría», concluye.