La hepatitis es una enfermedad muy frecuente que causa la inflamación de uno de los órganos más importantes del cuerpo: el hígado.
Es altamente contagiosa, principalmente, a través de fluidos corporales (sudor, orina, heces, sangre), agua o alimentos contaminados y materiales médicos descartables, como las inyectadoras.
Aunque existen diferentes tipos: A, B,C, D y E, hay señales certeras a la hora de hacer un diagnóstico.
Estos son los signos y síntomas de la hepatitis:
- Ictericia, que es la coloración amarilla de la piel y los ojos.
- Color oscuro (marrón) de la orina.
- Evacuaciones claras.
- Fatiga.
- Náuseas.
- Vómitos.
- Debilidad.
- Inapetencia.
- Fiebre.
- Dolor intenso en la zona del abdomen.
Claves para la prevención
Consumir agua y alimentos higiénicos
Se recomienda lavar bien las verduras y hortalizas con vinagre, por ejemplo. Al igual que evitar la compra de comida que no sea manipulada por su vendedor con guantes o que esté expuesta a las moscas.
Si se sospecha que el agua pudiera estar contaminada, es mejor no ingerirla.
No compartir jeringas
Las jeringas y otros materiales que hayan tenido contacto con la sangre solo pueden usarse por una persona porque representan un factor de riesgo de esta patología.
Evitar el intercambio de saliva con desconocidos
Fluidos como la saliva son un foco de transmisión. Por esta razón, es primordial no tomar del mismo vaso o compartir los utensilios de comida con desconocidos o con allegados que pudieran estar enfermos.
Además, es importante cubrir la boca (con el codo o un pañuelo) al toser o estornudar.
Lavar las manos con frecuencia
Las manos deben asearse con jabón, principalmente luego de hacer cualquier necesidad en el baño, ir a un hospital o tener contacto con algún paciente.
Usar preservativos en los encuentros sexuales
El uso de preservativos masculinos o femeninos impide la propagación de la hepatitis B a través de las relaciones sexuales.