Un sabor fuerte, desolador, desesperante, abrazador, que quema, se apodera de tu boca en cuestión de un segundo. Sientes calor y una necesidad urgente de calmar la ansiedad. Eso ocurre en nuestro organismo cuando comemos picante. Pero, si es tan malo, ¿por qué lo hacemos?
El diario La Nación de Argentina se propuso a develar este misterio de la ciencia que involucra a la humanidad como el único ser mamífero que gusta comer picante.
Este gusto desmedido se remonta a miles de años atrás pero ha crecido exponencialmente en los últimos años. Actualmente, la producción de este alimento ha pasado de 27 a 37 millones de toneladas entre 2007 y 2018, solo 11 años.
Según datos aportados, México es el segundo país donde más se consume picante al día (50 gramos). Lo precede Turquía, cuyos habitantes son capaces de comer hasta 86 gramos al día.
¿Por qué usamos el picante en la comida?
Al parecer, la necesidad surgió hace milenios atrás en los países cálidos, contrario a lo que la lógica haría pensar. Pero la razón se debe a que en estas latitudes la carne se descomponía más rápido por la acción de la temperatura y las bacterias. Es por ello que había que salar, ahumar o condimentar las comidas para que se conservaran.
Cuando los exploradores europeos llegaron a América, fue cuando realmente conocieron este sabor. Inmediatamente, iniciaron la exportación del picante y se fue extendiendo en el mundo, según explica la antropóloga Kaori O’Connor.
Comer picante es un juego de poder
La experiencia culinaria de ingerir alimentos picantes o directamente el chile tiene una teoría: al ser humano le gusta comer cosas “prohibidas” y vivir esa sensación de adrenalina.
El profesor de psicología de la Universidad de Pensilvania, Paul Rozin, estudió este proceso por lo que es capaz de asegurar que «los humanos son los únicos animales que disfrutan los eventos que son naturalmente negativos».
Además, se ha convertido en una guerra de poder entre géneros. Así lo descubrió la científica Nadia Byrnes, quien concluyó que los hombres tienden a hacerlo para impresionar y ser superiores.
En el caso de las mujeres, consumen picante por descubrir un nuevo nivel de dolor. «En México, por ejemplo, el consumo de chiles está relacionado con la fuerza, la audacia y los rasgos de personalidad masculina», observó Byrnes.
Entonces comer picante le pone emoción, atracción, adrenalina y dolor a la vida, que a fin de cuentas también se trata de un viaje de sentidos.