Una empresa emergente colombiana produce abono orgánico a partir de mascotas muertas y usa sus restos para cultivar plantas y árboles, según lo muestran las imágenes grabadas en el invernadero de la empresa en Guarne, en las afueras de Medellín.
Los restos de los animales fallecidos se colocan en contenedores llenos de tierra y astillas de madera. Los dueños de las mascotas pueden acercarse a presentar sus respetos como en cualquier otro cementerio, colocando tarjetas y flores cerca de sus restos.
“Lanzamos este proyecto en busca de soluciones sustentables para la industria funeraria”, dijo Daniel Correa, cofundador de la empresa, añadiendo que los procesos convencionales de disposición de cadáveres hacen mella en el medio ambiente.
Para acelerar la descomposición, los restos se rocían con un líquido que contiene bacterias cultivadas por Pleia. Después las astillas de madera ayudan a absorber los fluidos corporales y el calor permite que las bacterias trabajen los restos.
Un animal tarda unos dos meses en convertirse en abono.
«Escogí Pleia porque no estamos de acuerdo con la cremación. Pensamos que después de que uno muere, uno todavía se da cuenta de lo que pasa. Así que ni mi mamá ni yo no queremos que nos cremen y no quería incinerar a nuestra mascota. Entonces escogimos este lugar», explicó la dueña de una mascota fallecida.
“Lo que buscamos era darles a las familias una tranquilidad en el proceso cuando pierden a su mascota y también contribuir con el ambiente”, dijo Melisa Naranjo Hoyos, veterinaria y zootécnica de Pleia.
«Entender que una parte de su mascota va a retornar a la vida, va a estar acompañándolos en casa, se puede hacer una interacción con ella como si estuviera viva. Las familias entienden que es una manera de regresar a casa, que regresen a casa y que su energía pueda estar en una planta”, concluyó Hoyos.