Primero tuvieron que aguantar 10 y hasta 13 horas de camino y después, ya en el Estadio Azteca, tuvieron que soportar otras tres horas para que pudieran pasar a ocupar su lugar en la cabecera sur del Coloso de Santa Úrsula.
Sin embargo, el tiempo de espera no significó nada para los más de 20 mil aficionados que viajaron desde la Sultana del Norte a la Ciudad de México, para apoyar a los Tigres que está tarde buscarán bordar la cuarta estrella a su escudo.
Con aires de confianza por el por el gol de ventaja que sacaron el pasado jueves en el “Volcán”, la afición norteña llegó a la casa de las Águilas haciendo gala de una mayoría, que al menos en cuanto a gritos y cantos de apoyo, lució avasalladora ante los seguidores locales que intentaron responder en varias ocasiones pero con poco éxito.
En punto de las 15:00 horas, la Policía permitió el acceso a los aficionados visitantes que arribaron en más de 40 autobuses y autos particulares. La tranquilidad que habían mantenido durante las horas de espera concluyó cuando un agente dio la autorización para que pasaran.
Fue entonces que los gritos, porras y pronósticos, que presagiaban una victoria felina, empezaron a inundar la explanada del Azteca y la cabecera sur, que a dos horas y media de que arrancara el partido, ya lucía repleta con los colores de los que se hacen llamar “Los Incomparables”.
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