Este domingo se cumplen 27 años del magnicidio del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. En todo este tiempo, la autoridad ha sostenido la versión de la confusión como causa del asesinato, aunque diversos grupos sociales y la misma Iglesia Católica mantienen la conspiración, con más conjeturas que certezas, que el cardenal fue silenciado.
La tarde del lunes 24 de mayo, cerca de las 14:00 horas, el cardenal y su chofer, Pedro Pérez, habían acudido al aeropuerto internacional de Guadalajara a recoger al nuncio apostólico Girolamo Prigione. En ese momento se inició una balacera que inició en el lobby y avanzó hasta el estacionamiento del aeropuerto, donde el cardenal fue acribillado directamente con armas de fuego de grueso calibre. Otras seis personas inocentes murieron, una mujer resultó herida y dos sicarios fueron acribillados.
Según consta en la averiguación previa desarrollada por la entonces Procuraduría General de la República, dirigida por Jorge Carpizo, el enfrentamiento se habría iniciado entre gatilleros del Cártel de Tijuana y pandilleros del barrio Logan de San Diego que también había sido contratados por el mismo Cártel de Tijuana para victimar a Joaquín Guzmán Loera El Chapo Guzmán, quien esa misma tarde volaría de Guadalajara a Sinaloa. A este tiroteo luego se sumarían los pistoleros del Cártel de Sinaloa.
La gente del barrio Logan de San Diego eran gatilleros quienes fueron informados que el capo también realizaría un viaje y usaba un carro Gran Marquis. Este grupo tenía más de 15 días buscando a El Chapo Guzmán. La averiguación previa documenta un tercer grupo paramilitar dentro del aeropuerto contratado para el mismo fin por los Arellano Félix.
Es tarde, a mediodía, Ramón Arellano Félix había salido de Guadalajara a Tijuana porque estuvo en la ciudad en un evento religioso familiar. Es por ello que varios de sus escoltas se encontraban en la terminal, entre ellos Edgar Eduardo Mariscal Rábago El Negro, Humberto Bañuelos Rodríguez La Rana.
El documento de más de dos mil hojas señala que los sicarios, todos al servicio del Cártel de Tijuana, se habrían encontrado en el lobby del aeropuerto (las armas estaban en unas maletas y habían sido escondidas en los baños) y al pensar que eran de bandas rivales, comenzaron a atacarse.
El enfrentamiento llegó hasta el estacionamiento donde otro grupo participó en la refriega, la avanzada del Chapo Guzmán, un grupo de sicarios del cártel de Sinaloa.
La averiguación previa se nutre con declaraciones de albañiles y otras personas que confirman que El Chapo Guzmán si estaba en el estacionamiento al momento de la balacera, pero logra escapar. Su coche, un Gran Marquis queda a tres vehículos del carro Gran Marquis donde viajaba el cardenal. El chofer del Chapo es lesionado de bala en un glúteo y se retira del sitio. El Chapo huye hacia la carretera a Chapala donde es recogido por un elemento de la Policía Federal de Caminos y llevado hasta Tepic.
Según la averiguación previa, un integrante del barrio Logan, que sólo es identificado como “Güero” (este hecho provocaría que luego atribuyeran la responsabilidad del magnicidio a Juan Francisco Murillo Díaz, El Güero Jaibo) confunde al cardenal por el vehículo en el que viajaba, un Gran Marquis y le dispara directamente.
El médico forense Mario Rivas Souza afirmó en la autopsia al Cardenal que los disparos realizados contra el Gran Marquis fueron directos y aunque se afirmaba que se derivó que lo confundieron con el vehículo de Guzmán Loera.
A 27 años de la balacera, prevalecen las dudas sobre la averiguación previa que sostiene este historia, y surgieron voces disonantes, muchas veces sin pruebas suficientes, acusando que el ataque fue con el objetivo de acallar al prelado porque conocía secretos en torno a los grupos criminales y políticos mexicanos.